JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“No les gusta esta democracia porque no conocen otra. Y quieren regenerarla, devolverle autenticidad. Algo muy parecido les pasa con la Iglesia; no les gusta lo que les llega de ella: la ven rica y ostentosa, apegada al poder”.
Los jóvenes de la Puerta del Sol, como otros miles de acampados al raso en plazas de toda España, reclaman una democracia real porque la que conocen, en la que han nacido y en la que han criado el sentimiento de frustración que les ahoga, tiene un tufillo de realidad virtual a lo Matrix, de existencia edulcorada para consumidores satisfechos, en la que son teledirigidos hacia no saben dónde y sin que nadie les pregunte si les gusta, o no, lo que ven en ese viaje a ninguna parte.
De esa desconfianza hacia las instituciones y las estructuras que las sostienen podrían extraerse unas cuantas lecciones, también para la Iglesia, y tratar de sacar conclusiones, una vez cepillada la virutilla utópica que, fruto unas veces de la edad, y otras de la simple ignorancia, llevan también en la mochila de la indignación. Sería un error contentarse, como hacen algunos sectores eclesiales, con despreciar a esos jóvenes porque no casan con sus patrones ideológicos.
No les gusta esta democracia porque no conocen otra. Y quieren regenerarla, devolverle autenticidad. Algo muy parecido les pasa con la Iglesia; no les gusta lo que les llega de ella: la ven rica y ostentosa, apegada al poder, donde sus miembros viven con más recursos que la media de la sociedad… Así no es de extrañar que un 30% crea que el Dios que se proclama ¡es un invento de los curas!
Los sociólogos que estudian el alejamiento de los jóvenes de la Iglesia y su sustitución por una religión a la carta sostienen que, en el fondo, la causa es una mala imagen de la Iglesia, transmitida por los medios de comunicación, pero también por graves errores internos en la difusión del mensaje, en una jerga ininteligible, y, en ocasiones, con poco contenido evangélico. Les falta el contacto con una Iglesia de carne y hueso, volcada en la construcción de un mundo más humano, lamento habitual incluso entre los jóvenes comprometidos eclesialmente.
A todos ellos, además de una democracia más auténtica, habría que hacer esfuerzos por ofrecerles, también, una Iglesia más real.
En el nº 2.755 de Vida Nueva.
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ESPECIAL MOVIMIENTO 15-M
- Editorial: Indignados al Sol
- A fondo: Los jóvenes católicos también están indignados
- Opinión: Algo está pasando, por Amadeo Rodríguez Magro, obispo de Plasencia
- Opinión: Indignados. En muy pocas palabras, por José Mª Rguez. Olaizola, jesuita y sociólogo
- Opinión: Los jóvenes pasan a la acción, por Juan Mª González-Anleo, sociólogo
- Opinión: ¡Spanish revolution!, por Luis A. Gonzalo-Díez, cmf, director de Vida Religiosa
- La crónica del director: “Eminencia, no debe preocuparle España”, por Juan Rubio, director de Vida Nueva
- A ras de suelo: Misterio y trampas en Sol, por Juan Rubio