Al terminar el tiempo pascual, la Iglesia propone una cadena de fiestas solemnes: Ascensión, Trinidad, Corpus, Corazón de Jesús, Corazón de María. Pareciera que, ante tanta intensidad resucitada y resucitadora, necesitáramos “regresar” al tiempo ordinario poco a poco, en una desescalada cuidada y festiva. Y en eso estamos. Si además estas fechas nos coinciden con el final de curso escolar, inicio de vacaciones y buen tiempo, todo va acompañando este cambio de tercio en que estamos.
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Algunos, quizá, transitamos esta “bajada” de la montaña de Pascua (y del fin de curso) con algo de cansancio pegado a los huesos o con algún que otro esguince de corazón. Y, al menos a mí, me ayuda acompañarme de una oración más silenciosa, más simple, como un mantra sencillo que nos sostiene. Quizá hemos despreciado este tipo de oración: poca palabra, apenas nada de razonamientos, mucha presencia, poco dar y más recibir… Quizá porque confundimos los excesos vocales de otros tiempos con la sencillez de quien solo repite “te quiero, te quiero, te quiero”, sin razonar ni pedir explicaciones. O quizá porque en el fondo nos cuesta convertir nuestros vacíos y debilidades en relación con Otro –y con otros–. Como si Dios –y los otros– no agradecieran de vez en cuando vernos abatidos y agobiados, necesitados de descanso y alivio, sin mucho para dar y con todo lo que somos en vencida acogida. A veces tan cansados, que lo que más querríamos es vernos libres de nosotros mismos. Sin más.
Por eso, hoy, estas líneas se tornan letanía. Si quieres, únete, hay sitio aquí al lado. Pon tu vida y tus palabras. Las tuyas. No repitas las de otros. Y respira, déjate querer, déjate caer:
Señor, ten piedad.
Señor, cuídanos.
Señor, ten piedad.
De todos mis miedos, líbrame, Señor
De todas mis prisas, líbrame, Señor
De mis impaciencias, líbrame, Señor
De mi tibieza, líbrame, Señor
De mi oscuridad, líbrame, Señor
De mis desolaciones, líbrame, Señor
De la falta de ganas, líbrame, Señor.
Del exceso de seguridad, líbrame, Señor
Del ceño fruncido, líbrame, Señor
De creerme imprescindible, líbrame, Señor
De la falta de proyectos, líbrame, Señor
De mis medias verdades, líbrame, Señor
De expectativas rígidas, líbrame, Señor
De mis dudas repetidas, líbrame, Señor.
De mis omisiones y despistes, líbrame, Señor
De mis salidas de tono, líbrame, Señor
De las conversaciones sin vida, líbrame, Señor
De olvidarme de los míos, líbrame, Señor
De olvidarme de los tuyos, líbrame, Señor
De no cuidarme, líbrame, Señor
De no cuidarTe, líbrame, Señor.
De sonrisas impostadas, líbrame, Señor
De no bailar lo suficiente, líbrame, Señor
De no querer cantar, líbrame, Señor
De días perdidos, líbrame, Señor
De acostumbrarme a no abrazarnos, líbrame, Señor
De sentirme no querida, líbrame, Señor
De huir o esconderme, líbrame, Señor.
De silencios atronadores, líbrame, Señor
De elogios y adulaciones, líbrame, Señor
De venderme a cualquier precio, líbrame, Señor
De confundirte con mis expectativas, líbrame, Señor
De no pedir ayuda, líbrame, Señor
De tirar la toalla, líbrame, Señor
De mí misma fuera de Ti, líbrame, Señor.
Amén.