Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

Letanías para todo tiempo


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Al terminar el tiempo pascual, la Iglesia propone una cadena de fiestas solemnes: Ascensión, Trinidad, Corpus, Corazón de Jesús, Corazón de María. Pareciera que, ante tanta intensidad resucitada y resucitadora, necesitáramos “regresar” al tiempo ordinario poco a poco, en una desescalada cuidada y festiva. Y en eso estamos. Si además estas fechas nos coinciden con el final de curso escolar, inicio de vacaciones y buen tiempo, todo va acompañando este cambio de tercio en que estamos.



Algunos, quizá, transitamos esta “bajada” de la montaña de Pascua (y del fin de curso) con algo de cansancio pegado a los huesos o con algún que otro esguince de corazón. Y, al menos a mí, me ayuda acompañarme de una oración más silenciosa, más simple, como un mantra sencillo que nos sostiene. Quizá hemos despreciado este tipo de oración: poca palabra, apenas nada de razonamientos, mucha presencia, poco dar y más recibir… Quizá porque confundimos los excesos vocales de otros tiempos con la sencillez de quien solo repite “te quiero, te quiero, te quiero”, sin razonar ni pedir explicaciones. O quizá porque en el fondo nos cuesta convertir nuestros vacíos y debilidades en relación con Otro –y con otros–. Como si Dios –y los otros– no agradecieran de vez en cuando vernos abatidos y agobiados, necesitados de descanso y alivio, sin mucho para dar y con todo lo que somos en vencida acogida. A veces tan cansados, que lo que más querríamos es vernos libres de nosotros mismos. Sin más.

rezar coronavirus

Por eso, hoy, estas líneas se tornan letanía. Si quieres, únete, hay sitio aquí al lado. Pon tu vida y tus palabras. Las tuyas. No repitas las de otros. Y respira, déjate querer, déjate caer:

 

Señor, ten piedad.

Señor, cuídanos.

Señor, ten piedad.

 

De todos mis miedos, líbrame, Señor

De todas mis prisas, líbrame, Señor

De mis impaciencias, líbrame, Señor

De mi tibieza, líbrame, Señor

De mi oscuridad, líbrame, Señor

De mis desolaciones, líbrame, Señor

De la falta de ganas, líbrame, Señor.

 

Del exceso de seguridad, líbrame, Señor

Del ceño fruncido, líbrame, Señor

De creerme imprescindible, líbrame, Señor

De la falta de proyectos, líbrame, Señor

De mis medias verdades, líbrame, Señor

De expectativas rígidas, líbrame, Señor

De mis dudas repetidas, líbrame, Señor.

 

De mis omisiones y despistes, líbrame, Señor

De mis salidas de tono, líbrame, Señor

De las conversaciones sin vida, líbrame, Señor

De olvidarme de los míos, líbrame, Señor

De olvidarme de los tuyos, líbrame, Señor

De no cuidarme, líbrame, Señor

De no cuidarTe, líbrame, Señor.

 

De sonrisas impostadas, líbrame, Señor

De no bailar lo suficiente, líbrame, Señor

De no querer cantar, líbrame, Señor

De días perdidos, líbrame, Señor

De acostumbrarme a no abrazarnos, líbrame, Señor

De sentirme no querida, líbrame, Señor

De huir o esconderme, líbrame, Señor.

 

De silencios atronadores, líbrame, Señor

De elogios y adulaciones, líbrame, Señor

De venderme a cualquier precio, líbrame, Señor

De confundirte con mis expectativas, líbrame, Señor

De no pedir ayuda, líbrame, Señor

De tirar la toalla, líbrame, Señor

De mí misma fuera de Ti, líbrame, Señor.

Amén.