JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“Mucho me temo que están encantados de perseverar en el tópico, en desechar lo que les pueda ayudar a retirar la viga del cristalino…”
Nunca una encuesta preparatoria de un sínodo había generado tanta expectación como la que están recibiendo ya las diócesis para abordar, en octubre de 2014 en Roma, “los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de evangelización” (así, a secas, después de que se le haya caído lo de ‘nueva’). De seguir el proceso establecido, habrá que esperar a finales de 2015 o 2016 para conocer medidas pastorales concretas “para la pastoral de la persona humana y la familia”.
Ya es sabido que la encuesta consta de 38 preguntas y que en ellas se abordan cuestiones que, hasta hace medio telediario, parecía impensable que fuesen objeto de desvelo pastoral: personas divorciadas y vueltas a casar, uniones homosexuales, adopciones de hijos por estas parejas, métodos anticonceptivos…
Aunque algunos se están haciendo demasiadas expectativas con respecto a las futuras líneas de acción que salgan del Sínodo en estos temas, la simple enumeración de estas realidades –y el tono en el que se realiza– en una encuesta llegada desde el Vaticano ya dice mucho del esfuerzo por tratar de entender qué es lo que está pasando en el mundo, en la sociedad y en el seno de las propias familias, sean así consideradas o no por quienes dispensan certificaciones.
Y de que se ha percibido el dolor acumulado desde hace demasiado tiempo por muchas personas a las que su opción vital o mil y una circunstancias existenciales que no habían buscado ni querido, las han dejado en los márgenes, en tierra de nadie, mirados por encima del hombro, relegados a entrar por la puerta de servicio.
Esta encuesta parece –solo parece– ser una especie de tarjeta sanitaria con la que ahora Francisco busca cómo darles a todos ellos cobertura en el hospital de campaña que está levantando a marchas forzadas.
Pero el escándalo está servido. Vendrán las objeciones veladas y el “¡será posible!” de algunos, probablemente los mismos que, creyendo tener siempre la verdad sobre la familia, la rotularon en unas pancartas. No sé si ahora les resultará igual de sencillo responder esta encuesta. Seguro que alguna pregunta se atraganta. Por ejemplo, esta: “¿Qué atención pastoral es posible desarrollar en relación a las personas que han elegido vivir según este tipo de uniones [del mismo sexo]?”.
En el nº 2.871 de Vida Nueva.
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