MARTES 25. Una cerveza con Dolores. Me hace caer en la cuenta de que la gran revolución del Vaticano II no es otra cosa que la llamada universal a la santidad. “La santidad es hoy un parque público, no un huerto cerrado a unos pocos”. Nos exoneraba a unos cuantos de coger el azadón. Ahora sobran las excusas para ir al tajo.
SÁBADO 29. Lo reconozco. Llegué agotado a Soria. La lluvia y el Campeonato de Europa de Biatlón no ayudan mucho a cambiar la mirada cansada. Pero basta con echar el freno de mano y poner un pie en el suelo para que todo cambie. La disponibilidad impagable de JJ, que lo mismo da la bienvenida micro en mano que preside una vigilia de la luz. Los mimos de Mayte y Susana. El colgante de identificación hecho a mano por SorPi. La acogida de las escolapias, en la persona de Isabel, que lo mismo vale para un roto… El buen hacer del párroco de El Salvador. La voz que emociona de los Somascos de Aranjuez. El testimonio de Vicente Luis, que me recuerda que el ritmo no lo marco yo, sino el que va delante y me dice: “Sígueme”. Termina la jornada. El agotamiento queda en un segundo plano. También la lluvia y el biatlón. Mérito del Festival de la Canción Misionera. Y van 39.
DOMINGO 30. Madrugón de vuelta a Madrid. Congreso de iMision. Toma la palabra el webmaster del Vaticano, Lucio Ruiz. Anecdotario papal. Para los que subestiman a Francisco. Aunque ya saben que Bergoglio no es un as en el manejo del iPad, sí tiene la intuición para saber de su alcance, para esponjarse, aprender y liderar. “En un encuentro con jóvenes, fue él mismo quien les dijo: ‘A ver, ¿quién tiene uno de esos aparatitos para hacernos un selfie?’. Y enseguida él mismo dirigió el selfie, pidió a unos y a otros que se acercaran para que no se quedaran fuera del objetivo del smartphone. Les habló a aquellos jóvenes en su lenguaje y les dio su mensaje”.
MIÉRCOLES 3. Bea no sería noticia si no se le hubiese empujado a ponerse detrás de un micrófono para dar su testimonio. Si me apuran, su vocación tampoco. Porque en su camino desde que estudió en el colegio y se licenció en Psicología hasta su hoy, como juniora de los Sagrados Corazones, no hay ningún sobresalto ni caída del caballo. Solo discernimiento y acompañamiento. En lo cotidiano. Con sus carcajadas y sus lágrimas. Vocación normal y corriente. Porque en lo normal y en lo corriente es donde Dios es un experto en sacar oro.