En México tuvimos un vocero presidencial que se caracterizó por la frase: “Lo que quiso decir el presidente …”. Y la utilizaba con demasiada frecuencia, pues el primer mandatario no desperdiciaba la oportunidad de caer en algún dislate, por lo que era necesario corregirlo.
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Pero bueno. La tarea era explicable, pues las inexactitudes, comentarios políticamente incorrectos o francos errores de su jefe exigían del portavoz una pertinente aclaración.
Y sí. En todas las instituciones puede ser que el líder, por sucumbir a las prisas, desconocer el tema, o algún arrebato, se equivoque, sea inexacto o hasta cometa un serio error. En estas situaciones la intervención de un “aclarador” -en ocasiones “corrector”- será necesaria.
Pero no es el caso, me parece, de la Nota de Prensa emitida por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, para contribuir a clarificar la recepción de Fiducia Supplicans, de este pasado jueves.
Comprendo que tanto el papa Francisco, como el prefecto cardenal Fernández estén preocupados por las reacciones ante el documento: 15 conferencias episcopales de África y Europa, más una veintena de diócesis de todo el mundo, se han negado a asumir en forma total el texto, prohibiendo, limitando o suspendiendo su aplicación.
Pero calificar de confuso, de ambiguo, al documento aludido, me parece inadecuado. De hecho, a quienes se sintieron desilusionados por el contenido de la declaración les quedó muy claro, patentísimo, que ni se está aprobando el sacramento del matrimonio homosexual, ni permitiendo que los divorciados vueltos a casar se acerquen a la comunión. De ahí su tristeza y/o molestia.
Además, si uno lee la nota aclaratoria descubre más repeticiones que novedades. Vuelve a sostener las clásicas tesis sobre el matrimonio y la homosexualidad, prohíbe bendiciones litúrgicas y protocolos pastorales uniformes para otorgarlas, insiste en que bendecir no significa justificar y, por otra parte, invita a la acogida, la comprensión, y deja a los pastores la decisión de las circunstancias en que pueden darse tales bendiciones. En fin. Nada que no haya aparecido en la declaración hoy aclarada.
Ojalá quienes se oponen, simplemente, porque no quieren una Iglesia de puertas abiertas, como la pide Francisco de Roma, porque se sienten más jueces que pastores y -porque va junto con pegado- se perciben superiores a los que somos pecadores, no necesiten otra aclaración, que aclare esta clarificación. Que el cardenal Fernández no tenga que explicar: “Lo que el Papa Francisco quiso decir…”.
Pro-vocación
Si un ministro de culto infringe la ley tiene que asumir las consecuencias, como cualquier ciudadano, inclusive pisar la prisión. Pero en Nicaragua, durante el mes de diciembre, fueron encarcelados un obispo -otro más-, 15 sacerdotes y dos seminaristas. ¿Qué delito cometieron? Orar en las misas por Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, encarcelado por el regimen Ortega-Murillo desde hace un año y medio. Ni siquiera criticaron a la pareja presidencial. En el país nica, entonces, rezar puede ser delictivo: depende de por quién lo hagas.