Los jesuitas y la regeneración pública


Compartir

José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“La ciudadanía en estos momentos necesita también algunos faros que iluminen la travesía en esta noche de abatimiento moral..”.

Si habrá sido oportuna la declaración conjunta de las universidades jesuitas españolas comprometiéndose, desde su ámbito específico y desde los postulados que emanan del humanismo cristiano, a trabajar por la regeneración democrática de la vida pública en España, que ha pasado casi totalmente desapercibida.

El breve texto, presentado en Madrid, en Comillas, por los rectores de estos centros de la Compañía de Jesús, tenía que fajarse en esos días con nuevos capítulos de la exitosa serie “Bárcenas & Friends” y dejó su buen fundamentado puñado de buenos propósitos (para los que demandaron el concierto de toda la sociedad) navegando a la deriva en las redacciones periodísticas.

Una oportunidad perdida y, quizás, de las últimas que nos podamos permitir el lujo como sociedad, pues, aunque la ciudadanía tiene el derecho y el deber de saber de qué pie cojean quienes la gobiernan, en estos momentos necesita también algunos faros que iluminen la travesía en esta noche de abatimiento moral.

Por eso, aunque solo sea por haberse revestido de coraje y asumido como una obligación moral el sentarse a reflexionar y a hacer propuestas de sentido para salir del atolladero a un país que asume los retos de un cambio de ciclo histórico en un marco dominado por una crisis económica y una degeneración ética espeluznante, hay que agradecer este esfuerzo. Y perseverar para que no caiga en saco roto, pues sus propuestas y líneas de trabajo nos marcan un camino ineludible, porque “nos resistimos a aceptar como algo inevitable que no existan valores y criterios éticos, o a resignarnos y desinteresarnos por la vida común”.

Pero esta declaración nos habla, al mismo tiempo, del papel que tiene que ocupar la Iglesia en medio de la sociedad. Sin imponer nada, pero ofreciendo su caudal de conocimiento y bondad al servicio del bien común. Y esto no siempre se ha sabido hacer y a menudo no se ha agradecido.

Esta declaración coincide con la publicación de un documento de la CEE sobre la Iglesia particular y la Vida Consagrada. Un texto donde se nota que esta, a veces, incomoda porque saca los colores a quien siente la obligación de controlarla. Aunque a menudo, como con esta declaración tan necesaria y poco escuchada, nos lave la cara a todos.

En el nº 2.856 de Vida Nueva.

LEA TAMBIÉN: