Hoy recojo un artículo de Miguel Ángel del Barrio sobre esta mujer de fe, mujer entregada, mujer de Iglesia, mujer venerable, que tanto ha iluminado la vida de muchos hombres y mujeres.
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Luz Rodríguez Casanova
(Nació el 28 de agosto de 1873. Falleció el 8 de enero de 1949)
Hoy, 8 de enero de 2022, afectados todavía por la presencia agobiante del Covid-19 y las secuelas que está dejando a nuestro alrededor, recuerdo con alegría y esperanza a LUZ R. CASANOVA, fundadora de la Congregación de las Apostólicas del Corazón de Jesús, que falleció un día tal que hoy del año 1949.
Y la recuerdo porque, habiendo vivido en contacto con su vida y obra a través de algunas de sus seguidoras, me ayuda a vivir con los sentidos abiertos a la realidad que me rodea para, desde mi insignificancia, “tener oído atento al murmullo de los pobres”, procurando, a la vez, que se “sientan con derecho a contar con nuestro cariño” …
Sé de mis fragilidades, de los compromisos ineludibles que me atan, de mis ritmos habituales a los que estoy acostumbrado, de mis miedos confesados y no confesados, de mis desengaños, de…
Pero también sé de mis dinamismos interiores, de mi fe esperanzada, de mi confianza en la Palabra del Dios de la Vida, de mis sueños y mis ganas de hacerlos realidad, de mi confianza en compañeros y amigos, de…
Por eso, el “DADLOS VOSOTROS DE COMER”, del evangelio correspondiente a la liturgia del día de hoy (Mc 6, 34-44), resuena con novedad en el recuerdo agradecido de Luz R. Casanova…
Las fiestas de estos días, centradas en el reconocimiento del “Dios con nosotros” en el niño de Belén, nos lanzan de nuevo, como a los pastores y a los magos de oriente, a los ámbitos vitales donde vamos construyendo nuestras historias y la historia (hogares, comunidades, lugares de trabajo, la calle, el barrio, el tiempo libre, la oración…). Ahí es donde debemos descubrir y reconocer sus necesidades… ¡Y ponernos manos a la obra para atenderlas con dignidad!
Y en Luz R. Casanova, descubrimos que es posible, que está al alcance de nuestras manos, de nuestros pequeños gestos en marcha, de nuestros grandes sueños convertidos en proyectos de corto, medio o largo plazo, de nuestras esperanzas renovadas en la reflexión, convivencia y acción…
Por eso, BIEN-AVENTURADA, Luz, por la vida que nos regalaste… Y bienaventurados quienes en ti vemos las huellas de Jesús y hacemos nuestro su mensaje, desde ese “QUE POR MÍ NO QUEDE…” tan tuyo, sabiendo en quién estaba anclado tu corazón y de quién te habías fiado.