Acabo esta serie sobre las macrogranjas recordando que estamos hablando de otro paradigma diferente. En lugar de buscar en exclusiva una producción total superior a través de la concentración de la misma en unos pocos lugares y de un gran esfuerzo de transporte de insumos y de producción final de unos lugares del mundo a otros, el paradigma de lo suficiente se alcanza mejor a través de una producción a una escala menor, más repartida en el territorio, que abastezca únicamente a aquellos que viven cerca del lugar en el que se producen los bienes.
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Si durante muchos años hemos necesitado de grandes empresas productoras para lograr que la producción fuese suficiente para llegar a unos niveles que redujesen las posibilidades de hambrunas y los niveles de miseria de muchos, en estos momentos, los avances tecnológicos de los que disponemos nos permiten tener unos niveles de producción pequeños sin que ello repercuta en una reducción de la producción o en unos problemas de hambre para la mayoría de la población.
Además, sabemos que los problemas de la distribución de alimentos o de la dificultad de acceso a ellos no se solucionan con una mayor productividad o con una reducción de precios exclusivamente. El problema para acceder a lo necesario no es una cuestión de precios sino de ingresos. Podemos producir mucho más, pero si no garantizamos unos ingresos a las personas, difícilmente podrán acceder a lo producido por muy baratos que estén los bienes.
Cambiar hacia un paradigma de lo suficiente supone apostar por pequeñas o medianas explotaciones que abastezcan al entorno más cercano (consumo de kilómetro cero), que emplen a una cantidad superior de trabajadores, que sean cuidadosas con el medio ambiente respetando el entorno en el que se encuentren, que produzcan una cantidad inferior de desechos y un menor número de pérdidas debido a la cercanía entre el productor y el comprador.
Sostenibilidad
Se trata de volver a un modelo que ha sido el tradicional a lo largo de la historia de la humanidad porque los medios técnicos no permitían ni la conservación de los alimentos perecederos ni su transporte rápido y a gran escala a lugares alejados. Pero en esta ocasión volvemos por opción, con unos medios que nos permiten que este cambio de paradigma no empeore la distrubución de los alimentos.
La cercanía a los lugares de consumo y un tamaño más reducido de las granjas nos lleva a un mejor reparto de la población, a unas posibilidades mayores de crear empleos con unos salarios dignos que garanticen que todos tengan al menos lo suficiente y unas condiciones de producción sostenibles. Tal vez la producción no sea tan elevada y quizás algo más cara, pero lograremos un mejor reparto y una sostenibilidad a largo plazo.