Como indicaba en las semanas anteriores, varias de las personas más ricas del mundo han asistido a la toma de posesión del presidente Donald Trump. No es la primera vez que esto sucede en la historia de la democracia estadounidense. Muchos de los candidatos han estado apoyados por las principales fortunas del país que, con frecuencia estaban (y están), a su vez, entre las más elevadas del mundo. Durante las últimas centurias hemos tenido también el ejemplo de personas ricas que se han presentado ellas mismas para ejercer como políticos en su propio país. Nombro, simplemente para mostrar un pequeño ejemplo, a Silvio Berlusconi, quien siendo una de las personas más ricas de Italia, se convirtió en primer ministro de Italia durante cuatro mandatos.
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El apoyo y la implicación directa de grandes ricos en el poder conlleva un trasvase de poder económico a poder político. Personas que llevan años centrándose en enriquecerse y que quieren seguir haciéndolo, utilizan su dinero para apoyar aquella candidatura que creen que va a defender mejor sus intereses empresariales. Los presidentes estadounidenses que subieron arropados por estas grandes fortunas supieron recompensar con creces a aquellos que les habían aupado a los más altos estadios de poder del país.
Esto tiene una relación muy directa con uno de los mantras del economicismo, el principio de “no saturación”: “Más es siempre mejor que menos”. Quien entra en la dinámica de querer más y más, tiene muy difícil frenar, nunca está conforme, siempre desea tener un poco más. Esto conlleva un ansia de poder que va más allá de lo económico. Cuando económicamente poco más podemos tener, cuando una persona acumula una riqueza desorbitada que se sale de todos los parámetros normales, solamente le queda tener más poder, entrar en otro campo que no sea el de ganar dinero, sino el de acumular poder.
De la economía a la política
El paso de la economía a la política, es un escalón que, además, puede proporcionar más dinero a quien lo hace. Porque las políticas que aplica siempre siguen la misma línea de lo que ha hecho hasta ese momento. En el caso actual y de los ricos que apoyan a Trump hemos visto como la simple expectativa de que van a influir en las políticas del nuevo presidente ha hecho que el valor de sus activos se haya incrementado y sean ahora más ricos solamente porque Trump ganó las elecciones con una aplastante mayoría.
Volvemos a ver una relación directa entre poder y dinero, entre aquellos que ganan mucho y el Estado. Este, en lugar de dedicarse al bien común, de beneficiar a todos y en especial a los más desfavorecidos, quiere establecer una organización que permita el avance individual, que potencie la consecución de riqueza individual. Un mundo en el que aquellos que persigan tener mucho dinero y lo hagan bien, lo consigan. Los primeros beneficiados serán quienes ya tienen mucho. Los siguientes, ya veremos…