Cardenal Cristóbal López Romero
Cardenal arzobispo de Rabat

Me extraña que se extrañen


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Declaro oficial y solemnemente que lamento, rechazo y estoy totalmente en contra del atentado que sufrió el expresidente Trump. Lo dejo bien claro para que lo que voy a decir no se interprete torcidamente. He leído declaraciones varias en las que diversas personas se extrañan de que una acción así, tan denostable como rechazable, se produzca en un país como los Estados Unidos de América. Y mira por dónde, a mí me extraña que se extrañen.



No deberían extrañarse estando en un país en el que la asociación con más miembros inscritos (¡más de cinco millones!) es la Asociación Nacional del Rifle, cuyo objetivo es defender el ¿“derecho”? a tener armas de fuego para defensa personal o actividades recreativas. No importa que esas armas de fuego, teóricamente para defensa personal, se utilicen, como es evidente, mucho más para atacar que para defenderse. Igual debería mantenerse de forma casi irrestricta el derecho a adquirir, tener y usar armas.

No importa que, a consecuencia de ello, los Estados Unidos tengan –semana sí, semana no– un ataque indiscriminado a escolares indefensos, con decenas de muertos, casi siempre por parte de algún antiguo alumno despechado o descontento, que quiere vengarse de sus profesores o compañeros. Vean estadísticas; no son casos esporádicos, sino de una frecuencia regular.

Me extraña que alguien en ese país se extrañe de que pasen esas cosas, cuando han visto ya asesinar a varios presidentes y políticos de primera línea.

El expresidente estadounidense Donald Trump ha resultado herido leve este sábado en un acto de

Que Dios les ilumine

Extraña que se extrañen, cuando en los estatutos, o reglamentos, o normas de la CIA se contempla la posibilidad de atentar y eliminar personas de terceros países consideradas perjudiciales o contrarias a los intereses patrios. No importa que fuesen presidentes o dirigentes connotados en sus respectivos países.

Me extraña que se extrañen cuando su gobierno se ha permitido invadir otros países sin mandato o acuerdo de las Naciones Unidas, así como alentar y apoyar guerras internas o externas de terceros países.

Para que pasen este tipo de cosas no hacen falta siquiera personas malvadas (que las hay, como en todas partes): basta un desequilibrado, un demente… para que la desgracia y la tragedia esté servida. “Quien siembra vientos, recoge tempestades”. A no extrañarse.

Salud al noble pueblo de los Estados Unidos; que Dios les abra los ojos y les ilumine.

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