Hoy domingo se llevan a cabo en México las elecciones para las gubernaturas de Coahuila y Estado de México. Más allá de las implicaciones políticas del evento: campañas carentes de propuestas y abundantes en insultos, candidatos y candidatas cuestionables, termómetro para ‘la grande’ del año que viene, etcétera, es interesante analizar, en el populoso Estado de México, el papel que la jerarquía católica ha jugado en tal entidad durante décadas.
- PODCAST: El voto católico en las elecciones
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Es un secreto a voces que la cercanía entre encumbrados clérigos y prominentes políticos ha sido más que evidente. El primer obispo de Toluca, Arturo Vélez Martínez, fue primo de Alfredo del Mazo Vélez, gobernador del Estado, abuelo del actual mandatario y gestor del famoso Grupo Atlacomulco, que ha gobernado el territorio durante casi 100 años.
Gobernador tras gobernador, más los alcaldes de las principales ciudades mexiquenses, no han escatimado en dádivas y obsequios a los jerarcas locales, a sus obras de caridad y de estructuras parroquiales -la Catedral de Ecatepec, confiada al polémico obispo Onésimo Cepeda, fue construida en tiempo record, gracias al apoyo gubernamental-, y hasta de asuntos estrictamente personales como enfermedades.
Ninguna otra diócesis en México ha recibido tales favores oficiales, lo que identificó al más poderoso estamento católico del Estado de México con el PRI.
Es por ello que, en estos comicios, en donde por vez primera corre peligro el reinado priista de casi un siglo -la candidata Delfina Gómez, del partido en el poder, Morena, parecía la virtual ganadora-, sectores de la opinión pública pronosticaban el final de esa relación eclesiástico-política (cfr. Bernardo Barranco, ‘La Iglesia católica favorece a Alejandra del Moral en el Edomex’, Proceso, 23 de mayo de 2023).
A nivel nacional, en cambio, el consejo de presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano ha buscado deslindarse del poder. No ha tenido reparos en externar de manera pública sus inconformidades con la 4T, ya protestando enérgicamente por el asesinato de dos padres jesuitas, ya manifestando su desacuerdo a la reforma electoral propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En fin. Con independencia de lo que suceda el día de hoy en estas dos jurisdicciones políticas de México, lo cierto es que se lanza un claro mensaje para las relaciones que con frecuencia alimenta el alto clero con los gobernantes en todo el mundo: es mejor de lejecitos, para así acercarse más al ejemplo de Jesús de Nazaret.
Pro-vocación
Una de las principales causas de la impunidad es la ausencia de denuncias, cuando se comete un delito. Por ello debemos saludar la iniciativa “¡No te calles, cuéntalo!”, que busca erradicar el terrible mal del abuso infantil. Conformada esta red por instituciones como la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Conferencia de Institutos Religiosos de México, Maristas de México y América Central, entre otras, será un espacio de alerta cada vez más necesario. Enhorabuena.