José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

Menores descartados


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Hoy se ha presentado una denuncia ante el Defensor del Pueblo que han hecho varias ONG que trabajan en los centros y espacios de acogida de Melilla. Ahí señalan la falta de recursos sociales y habitacionales disponibles, la opacidad e insuficiencia en la gestión de acogida así como deficiencias estructurales y de los servicios provistos en esta ciudad durante la actual crisis sanitaria. Entre esas asociaciones está la Red eclesial Migrantes con Derechos (CONFER, Justicia y Paz, Cáritas y la Comisión Episcopal de Migraciones). Y en dicha nota se critica que cientos de personas han visto limitados sus derechos más allá de lo establecido en la normativa reguladora del estado de alarma y han vivido con unos servicios mínimos deficientes como escasez de comida, de agua y falta de atención sanitaria, entre otros. Tras la ausencia de respuesta de la Administración Pública al informe que recoge la vulneración de derechos de las personas afectadas, decidieron acudir al Defensor del Pueblo



En el informe me duele mucho la situación descrita de los menores y los jóvenes. Pensando en ellos releía el primer capitulo del libro de Eduardo Galeano ‘Paras arriba: la escuela del mundo al revés’ y subrayaba aquel párrafo que decía: “Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”.

Los hechos siguen dándole la razón. Al menos constatando los últimos informes que nos llegan de Melilla, paradigma de que los niños siguen siendo un peligro para muchos. O un estorbo. O un descarte. Y nos olvidamos de que lo que debe primar sobre cualquier otra consideración es la ley superior del menor.

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Paso a paso, verso verso, gota a gota, miles de huellas infantiles –por tierra y por mar– han ido creando la nueva ruta del dolor infantil. El Informe de CEAR de 2019 nos dice que el 52% de las personas refugiadas eran niñas y niños, un porcentaje que ha aumentado diez puntos desde 2009. Una parte de estos menores de 18 años se desplaza sin la compañía de sus familias: 45.500 niños y niñas no acompañados o separados de sus familiares solicitaron asilo de manera individual en 67 países diferentes. Estos niños y niñas sufren a menudo situaciones graves de violencia y abusos a lo largo de su trayecto migratorio.

En Melilla, el CETI, ha doblado su capacidad de acogida durante todo el estado de alarma, llegando a albergar a 1.600 personas, de ellas 200 niñas y niños haciendo imposible mantener la distancia de seguridad necesaria y exigida por las autoridades. Y tampoco se ha permitido a las personas residentes salir, a pesar de que Melilla entrara en Fase 1 el pasado 18 de mayo. Es verdad que las ONG que suelen colaborar con el centro han seguido prestando sus servicios durante el confinamiento: asistencia jurídica, actividades educativas y socioculturales, etc.

Sin poder dormir

Como alternativas en la mezquita del Cementerio Musulmán –una iniciativa privada– y en el fuerte Rostrogordo –adaptado para acoger a los menores no acompañados–, las condiciones son mejores, a pesar de la precariedad. El primero ha albergado a casi un centenar de personas en la mezquita y en cuatro camiones anexos. Y hasta Rostrogordo se trasladaron jóvenes que se encontraban acogidos en el centro de menores La Purísima y se habilitó una zona de cuarentena para menores que no estaban en el sistema de acogida. En total, unos 140 menores gozan de asistencia sanitaria, actividades socioculturales, e higiene y cuidados, aunque la mitad de los alojados han denunciado tener sarna.

Y, para terminar, salto “el charco” y recojo este último dato: cerca de la mitad de la población infantil de América Latina y el Caribe vivirá en un hogar con pobreza a finales de este 2020 a causa de la crisis del Covid-19, según ha alertado Unicef.

Muchos niños que no consiguen ser niños.… En Europa, en América , en Asia… Por ejemplo, tejiendo alfombras en Nepal y en la India para las multinacionales del textil, y alquilados por sus padres, muchos menores tejen y tejen. Desde antes del amanecer hasta pasada la medianoche. Y cuando alguien llega a rescatarlos, preguntan: “¿Es usted mi nuevo amo?”.

Cierro el libro de Galeano con esta anécdota tan dolorosa e intento dormir… No puedo.