El excéntrico -por no utilizar otro apelativo- presidente argentino, Javier Milei, se acaba de disculpar con Francisco de Roma. En efecto. El pasado lunes 12, en audiencia privada, y acompañado de relevantes funcionarios de su gabinete, le dijo a su paisano el Papa: “Le quiero pedir disculpas por mis declaraciones del pasado”. A lo que Bergoglio misericordioso, respondió: “Son errores de juventud que todo el mundo comete”.
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Otro compatriota de ambos, el cardenal Víctor Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, respaldó la benevolencia papal: “El Papa Francisco no tiene ninguna animosidad hacia el presidente… Él (Francisco) no se molesta nunca por este tipo de cosas… y además lo ha tomado como una estrategia de campaña… parte de una estrategia de marketing”, suavizó.
Pero no podemos olvidar que, en septiembre del año pasado, y en estas mismas páginas, escribí que el entonces candidato a la presidencia se había referido al papa Francisco como representante del maligno en la tierra y un fanático apoyador del socialismo.
No sólo eso. Florido de vocabulario, Milei fue pródigo en proferir insultos contra el sucesor de Pedro: “asno, burro, ignorante, nefasto, zurdo cultor del modelo basado en el odio, la envidia y el resentimiento”, fueron las lindezas que le propinó.
¿Estrategia de campaña? ¿Marketing político? O como reflexionaba el padre Pepe di Paola, uno de los curas villeros que tanto han respaldado al actual Papa: “Uno se termina preguntando si alguien con ese desorden emocional, que no puede encontrarse con quien piensa distinto sin gritar e insultar, puede soportar las tensiones del cargo público al que aspira”.
Ahora el ya presidente se disculpa. Qué bueno. El problema es que, como no podemos indagar en el alma de las personas, albergue de sus auténticas intenciones, difícilmente sabremos si estamos ante un verdadero acto de contrición, o se trata sólo de una maniobra cínica para congraciarse con un personaje que, querámoslo o no, es de suma importancia en el concierto internacional.
Francisco de Roma es compasivo, pero no tonto. El silencio ante los improperios del pasado elevó su estatura moral, así como hoy se engrandece aún más otorgando su perdón.
Ya Milei sabrá, en el santuario íntimo de su conciencia, si tal rectificación es genuina o no. Yo, como mi padre, cuando sospechaba de alguna mentira y fruncía el ceño, asumo su clásica expresión: “¿Milei arrepentido?… mmm”.
Pro-vocación
Dado que las autoridades civiles no pueden resolver el problema del narcotráfico en todo México, acentuado en el sur del país, los obispos del estado de Guerrero han entablado conversaciones con los capos de los diferentes cárteles de la droga, para solicitarles una tregua. No han logrado su objetivo a plenitud, sino de forma parcial. Pero bueno. Siguen demostrando que son pastores interesados en su pueblo, prestos a defenderlo. ¿Los gobiernos municipal, estatal y federal? O no les importa, o no pueden, o están coludidos.