MARTES
Aula magna del CEU. Presentación del libro de Joaquín Navarro-Valls. Reencuentro con Alessandro Gisotti. Desconocía que entró en la Oficina de Prensa de la Santa Sede en la era del portavoz de Juan Pablo II. Y también que ejerciera de impulsor de la sala de trabajo de los periodistas que lleva el nombre del comunicador español. Lo que sí sé, y no porque me lo cuente él, es que Gisotti es de esos ‘fontaneros’ vaticanos que arregla goteras y sale al paso de suelos encharcados sin hacer un ruido. Los focos irán para otros, pero la dignidad de saber que uno ha evitado fangos eclesiales desde la discreción, no se lo quita nadie. Aunque no esté nunca lo suficientemente pagado.
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SÁBADO
Llueve a cántaros. En Getafe, como en el resto de España. No puedo evitar un poco de chovinismo local. Con perdón. Allá que voy con mi arranque. Ya se pueden sacar a procesionar a unos y otros por las calles de donde sea, que hasta que Nuestra Señora de los Ángeles no ha bajado del Cerro, aquí no se ha visto un aguacero en condiciones. La patrona tiene lo suyo de experiencia. Tres siglos. Y eso que no es la Virgen de la Cueva.
DOMINGO
Me chivan que los sueldos de las monjas que sirven a los cardenales curiales en tareas domésticas serían más bajos que los del personal laico que realiza estas mismas tareas. ¿El motivo? Se les restaría de su salario el ‘servicio espiritual’ que les presta el purpurado que les atiende. Rebajita que ruboriza. Cuanto menos. Revísese. Por justicia. Por vergüenza.
LUNES
Sigo dándole vueltas a un guante que me lanzó Cristina. “Hoy por hoy, no solo hay más ateos que cristianos en España, sino que hay más católicos fuera que dentro de nuestras iglesias”. No le falta razón. Si cambiamos la categoría de católicos practicantes y no practicantes por la de católicos que hacen vida el Evangelio, el porcentaje cambia. A lo mejor están más alejados de la institución, pero no de Jesús. No me atrevo a dar cifras.
