A menos que uno esté muy enfermo y necesite estar ingresado para sobrevivir, nunca es agradable pasar la Navidad en el hospital. Tampoco para el personal sanitario, sobre todo los días señalados (Nochebuena, Navidad o Reyes, y, para la gente más joven, fin de año). Sin embargo, los pacientes nos necesitan, y hay que trabajar.
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De cualquier modo, el hecho que celebramos en Navidad, el nacimiento en pobreza de Jesús, me permite hacer una reflexión. A cada uno de nosotros, Jesús nos nace en la circunstancia en que nos hallamos; a veces en una cama de hospital, en la unidad de cuidados intensivos, en situaciones difíciles y adversas. Tal como le ocurrió a María, a la que le sobrevino el parto fuera de casa, durante un viaje, quizás lejos de los suyos… Y tuvo que refugiarse en un pesebre, compartiendo lugar con unos animales.
El relato de Lucas
El relato de Lucas, lleno de signos, nos remite pues a ese hecho: aquel a quien luego conoceremos como el hijo de Dios, viene a nosotros en un momento de nuestra historia, allá donde nos encontremos. Nada que ver con comidas copiosas y lujos, y sí, mucho, con el encuentro humano, con el reconocimiento de que el encuentro con Dios tiene lugar en la pequeñez y la debilidad. En la vulnerabilidad más extrema, como aquella en que nos coloca la enfermedad y a veces la perspectiva de la muerte. En el contexto de una sala de medicina interna, en un hospital comarcal, nace el Señor.
En lo posible, disfruten de la familia, del encuentro, de la certidumbre de que, más allá de adversidades, de limitaciones propias y ajenas, de errores y desaciertos, de defectos y debilidades, nos nace, una vez más, siempre, Jesús. Lo expresó con enorme belleza Tagore refiriéndose a la esperanza: “Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres”.
Dejemos hablar a Dios
En Navidad, sería bueno que el hombre callase y dejásemos hablar a Dios, y escuchásemos su mensaje de compromiso renovado con nuestra especie, a pesar de todos los pesares propios y ajenos.
Feliz Navidad. No olviden rezar por los enfermos y por quienes les cuidamos, por nuestro país y nuestro mundo.