Las personas tenemos una serie de necesidades que precisamos para vivir y que pueden dividirse en básicas y sociales o de la condición. Mientras que las primeras son las mismas para todos, las segundas son diferentes y dependen del lugar en el que vives, de la profesión que tienes y del libre albedrío de cada uno para considerar algo como una necesidad o solamente como una apetencia.
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Muchas personas tienden a convertir apetencias o deseos en necesidades sociales. El sentimiento sobre el mismo bien o servicio se ve modificado por este cambio. Un ejemplo nos ayudará a entender esto. Se puede considerar que ir al cine es un gusto, algo que me apetece, o sentir que es una necesidad y pensar que tengo que ir todas las semanas.
Si se ve como un gusto, el hecho de ir al cine me da una gran alegría y disfruto enormemente de la oportunidad. Si no puedo ir, no pasa nada, no lo necesito, ya contaba con ello. Si lo siento como una necesidad y no consigo ir me voy a considerar insatisfecho ya que no lo he logrado satisfacerla. Si voy, simplemente estoy contento porque es lo que tocaba.
Esta misma sensación nos ocurre con las personas y en nuestra relación con los demás. Podemos estar abiertos a cualquier tipo de persona, no pensar si necesitamos que sea de una manera u otra y dejarnos sorprender con quien llega, o podemos tener muy claro el tipo de personas con las que queremos compartir nuestra vida o amistad, cómo tienen que ser, qué es lo que les tiene que gustar, cómo se tienen que comportar.
La persona abierta recibe a la otra con sencillez y sin exigencias, esto le lleva a que cuando encuentra a alguna con la que hay una especial sintonía se sienta regalada y agradecida. Sin embargo, las personas que saben quienes son los que les convienen o con qué clase de personas quieren estar, se hacen exigentes, les es difícil encontrar a aquellas personas que coinciden con sus necesidades y nunca están satisfechas porque nadie se ajusta a cómo ellas querrían que fuesen.
Existe, pues, un paralelismo que suele coincidir entre quienes están preocupados por su bienestar y elevan a categoría de necesidades lo que para otros son solamente gustos, y quienes creen tener claro las personas con las que les conviene juntarse y se hacen críticos y exigentes con los demás. Esta relación entre la manera de entender la economía y la vida, les dificulta la vida en plenitud y la paz interior porque para ser felices necesitan que todo se ajuste a lo que ellos consideran lo mejor.