MIÉRCOLES 28. Escucho un estribillo de El Kanka y me río con él de los profetas de calamidades: “Lo mal que estoy… y lo poco que me quejo”.
JUEVES 1 . No hubo más preguntas porque no se hicieron. O porque no estaban. Ni una respuesta esquiva. Ni una negativa a contestar. Allí se habló de todo. Lo mismo del Yunque que de los derechos de la mujer. De falta de sacerdotes y de las pensiones. El secretario general habla. De todo lo que se le interpela. Nadie puede decir que el portavoz de Añastro no sale a la palestra. O que hablan otros por él.
VIERNES 2. Expresiones con sobredosis de naftalina. Tecnicismos eclesiales que ya suenan a caduco, aun cuando fueron palabras que traían aires nuevos. Apostolado seglar. Cuando Roma ha creado un Dicasterio para Laicos, suena raro que su homólogo español se quede atrás, al menos, en la terminología. Laicos sin más. Con el apostolado implícito por el bautismo.
SÁBADO 3. Mañana en misión compartida de Confer. El liderazgo sobre la mesa. Materiales propios del mundo de la empresa, pero tamizados por la mirada ética del Evangelio. Liderazgo también compartido, en equipo. El que marcó Jesús con los suyos, consciente de las debilidades que tenían cada uno de los de su grupo. El listo, el cabezón, el que juega a dos bandas. Los mimbres que tenía y con los que encestó la Iglesia. Sin distinguir, a priori, consagrados de laicos.
Por la tarde, el Tríptico de los Pastores. Los escolapios de Getafe inauguran una obra que retrata al Buen Pastor junto a Calasanz y Faustino. Pantones vivos. “Nuestra vocación es una explosión de color y vida”, explica Ángel.
LUNES 5. Cuando la mitra se utiliza como aduana con derecho de admisión, quien la porta deja de ser pastor para convertirse en ‘segurata’ de discoteca poligonera. Cordones sanitarios que preservan de ideologías perversas y, a la vez, edifican muros que aislan de la sociedad. En su discoteca no entrará nadie más. Porque nadie querrá entrar. Un club selecto.