JUEVES 12. Tiempo de precampaña. Ya se han reunido en dos ocasiones para dilucidar su candidato para noviembre. Dos nombres bailan. Pero, sobre todo, lo que tienen claro es que no quieren la renovación del actual. No por demérito de quien puede y no le importa continuar, sino porque buscan una vez más el control de la casa y, sobre todo, lanzar otro encriptado más a Roma, para que no se olvide de que el cortijo sigue teniendo dueño. Al hilo de lo que puede acontecer, alguien me susurra: “Solo gana las elecciones quien las prepara”. Y las están preparando con tiempo, ganas y determinación. Bien lo vale ejercer el control durante cinco años. Que no es poco. Es lo que lleva este Pontificado.
VIERNES 13. Iglesia del Carmen de Sanlúcar de Barrameda. Ana está preocupada. Ha perdido a su hijo dentro de la Iglesia. Apenas levanta un palmo del suelo, lo justo para buscar su independencia espacial. Rastrea como solo una madre es capaz de hacer. Hasta llegar a la sacristía. “Pero, hijo, ¿qué haces aquí?”. “Estoy buscando al Señor”. Sí, con mayúscula. Los santos de al lado saben lo que se hacen, aunque no acumulen años encima.
SABADO 14. Maternidad incondicional. Suena a epíteto. Pero no. En el caso de Eli, no. Tiene su entidad propia. Y eso que los abrazos de Israel no tienen precio, pero sí un valor incalculable. Los abrazos de Eli hacia su hijo, tampoco se pueden medir. Lo incondicional en lo humano es lo más parecido al amor de Dios al hombre que se puede significar.
DOMINGO 15. Homilía. “No solo los curas estamos llamados a ser profetas, también vosotros”. Lo acojo. Pero no puedo controlar el pensamiento. ¡Ay del laico que alce la voz para ir a contracorriente en determinados espacios todavía vedados! No le arriendo las ganancias. Y no hablo de iluminados, sino de quienes respiran profecía.
LUNES 16. Maratón para deglutir la segunda temporada de ‘Paquita Salas’. Detrás de la cortina del faranduleo ‘kitsch’ y de los torreznos, me topo con el día después. El que vive todo aquel que lo fue todo y ahora se ve en horas bajas, descartado. Dos opciones. Una, vivir de las rentas. Otra, situarte de nuevo en el punto de partida sin tener miedo a comenzar de cero. Paquita filósofa: “Cuando viene una ola, o la surfeas, o te hundes”.