De todos es sabido que los políticos utilizan un lenguaje propio que el gran Amando de Miguel denominó ‘politiqués’. Politiqués es cuando, por ejemplo, se pretende hacer una ley para recortar o limitar la libertad de expresión y se la denomina “Plan de Acción por la Democracia”. El caso es disimular y que no se sepa lo que en realidad se quiere hacer.
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En otro orden de cosas, aunque con un resultado parecido, en el profeta Isaías leemos que en siglo VIII, en plana campaña militar contra Israel y Judá, el rey asirio Senaquerib envió a un alto funcionario –su copero mayor– a Jerusalén para tratar la rendición de la ciudad. “El copero mayor se detuvo junto al canal de la Alberca Superior, en el camino del Campo del Batanero. Salieron a recibirlo Eliaquín, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, el secretario Sobná y el canciller Joaj, hijo de Asaf” (Is 36,2-3).
Tras echar en cara al rey Ezequías de Jerusalén su rebelión contra Asiria y su traición con Egipto, buscando su apoyo, el copero les dijo algo muy interesante: “¿Crees que he marchado contra este país para destruirlo sin contar con el Señor? Es el Señor quien me ha dicho: ‘Marcha contra esta tierra y destrúyela’” (v. 10). Pero lo más significativo para lo que nos ocupa viene después: “Eliaquín, Sobná y Joaj dijeron al copero mayor: ‘Por favor, háblanos en arameo, que lo entendemos; no nos hables en hebreo en presencia de la gente que está en la muralla’” (v. 11).
Hablar en arameo
Hablar Así pues, el problema era que los soldados y los habitantes de Jerusalén entendían el mensaje de Senaquerib que transmitía el copero mayor, ya que lo que decía lo hacía en hebreo, su propia lengua. De hecho, sin hacer caso a lo que pedían los funcionarios judaítas, que le dicen que hable en arameo –la lengua internacional de la época, pero que no todos entendían–, “el copero mayor se puso en pie y gritó a toda voz en hebreo: ‘Escuchad la palabra del Gran Rey, rey de Asiria. Esto dice el rey: No os engañe Ezequías, que no podrá libraros de mi mano. Que Ezequías no os haga confiar en el Señor diciendo: El Señor nos librará y esta ciudad no caerá jamás en manos del rey de Asiria. No hagáis caso a Ezequías, porque así habla el rey de Asiria: Rendíos y haced la paz conmigo’” (vv. 13-16).
Muchas veces, los políticos pretenden que sus medidas pasen inadvertidas para la gente hasta que ya no haya remedio. Para eso da igual hablar en arameo –en la época de Isaías (por cierto, esta historia aparece también en 2 Re 18,13-37)– o utilizar palabras que dicen lo contrario de lo que se pretende.