Pasión por comunicar


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Después de celebrar solemnemente la Pascua, la liturgia de la Iglesia nos invita a meditar aquellos textos que nos recuerdan el reencuentro del Señor resucitado con sus discípulos. En esos pasajes se nos muestra a los discípulos desconcertados y temerosos, las puertas están cerradas y no pueden creer “por la alegría”. Poco a poco irán tomando fuerzas hasta que después de Pentecostés se convierten en hombres y mujeres nuevos, nada puede detenerlos, su pasión por comunicar la Buena Noticia es arrolladora.

Una y otra vez se repite la expresión “transformados”. Se cumple en ellos lo que Jesús había dicho en su diálogo con Nicodemo: “lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho:“tienen que renacer de lo alto”. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va”. Los discípulos han renacido, ya no temen a la muerte, no temen nada; ahora se cumple lo que habían prometido por boca de Pedro: “daremos la vida por ti”. Casi todos mueren mártires.

Será imposible detenerlos. Esos hombres y mujeres con pocos estudios, de costumbres muy simples, cambian la historia del mundo con la fuerza de su palabra y su testimonio. Sus “recursos pastorales” son también muy pobres: el pan, el vino y las palabras del Maestro que guardaban como un tesoro en sus corazones. No tenían Twitter ni Facebook, la mayoría no sabía leer ni escribir, pero esos corazones ardían y transmitían su fuego por donde pasaban. Ese era el fuego que el Señor había venido a traer.

Dirigiéndose a los comunicadores, el papa Francisco decía en el año 2014: “sólo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia” (Mensaje 1/6/2014). Eso es lo que hicieron aquellos primeros discípulos, se “pusieron en juego”, se arriesgaron. Eso es también lo que lo ha convertido al sucesor de Pedro, Francisco, en “un punto de referencia”. Cuando habla, cuando se mezcla con la gente, cuando gobierna, en todo momento, Francisco se “pone en juego” y de esa manera es un referente mundial.

Ser un punto de referencia es el objetivo de todo comunicador. Pero no hay manera de lograrlo hablando sobre temas generales o sobre informaciones irrelevantes para la sociedad. Francisco abre el camino cuando plantea las grandes cuestiones y los dramas más dolorosos; cuando denuncia las mafias, los mercaderes de armas, los tratantes de personas y muchas otras cuestiones que afectan la vida de las personas. Ese camino abierto por el Papa no puede ser recorrido solamente por él. Todo el Pueblo de Dios se convierte en una referencia, cuando la Buena Noticia es presentada como lo hizo el Señor: anunciando la maravilla de la resurrección y denunciando todo aquello que destruye, o tan solo pone en peligro, a cualquiera de sus hermanos.

“El cristianismo es concreto: La palabra se hizo carne, no se hizo idea”, recordó estos días Francisco en su misa en Santa Marta. Es entonces cuando se siente “arder el corazón” y se enciende ese fuego del amor que transforma el mundo y que el Maestro ha sido el primero en encender.