Se trata de una tradición que surgió en México con un motivo: Evangelizar a los pueblos indígenas. Es una representación teatral en donde los personajes y situaciones nos llevan a la reflexión de Adviento, que es, prepararnos para recibir al Niño Dios en nuestro corazón. Fue en 1530 a fray Andrés de Olmos quien se le ocurrió lo que hoy conocemos como pastorela mexicana, la primera fue “La Adoración de los Reyes Magos”, escrita en náhuatl para facilitar la conexión con los nativos.
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La cultura teatral existe en algunas regiones mexicanas desde antes de la Conquista española. A la llegada del ejército de Hernán Cortés, a causa de la evangelización, las expresiones culturales y artísticas de México sufrieron un proceso de sincretismo, dándoles así, un toque único que ha persistido en la actualidad.
A lo largo de la historia, las versiones y diferentes propuestas han evolucionado, siendo la comedia el ingrediente principal en cada representación; se hace referencia a muchos temas, políticos, económicos, morales y espirituales; realmente la creatividad no tiene límites, lo importante es presentar la reflexión que nos llevará a recibir el mensaje de paz y amor.
Sin duda los tiempos actuales también han debilitado estas propuestas artísticas, cada vez hay menos pastorelas y sin querer ser negativo es un género que se está extinguiendo y ha dejado de llamar la atención entre la población. Hace ya algunos años escribí y dirigí una pastorela, por circunstancias de la vida me mostraron fotografías de aquella puesta en escena, vinieron a mí gratas emociones, recordé la convivencia con más de veinte actores y lo divertido que fue esa temporada en mi vida.
No es la hora del miedo y la soledad
Algunos de los actores ya no están con nosotros y eso me hizo sentir mucha más nostalgia, actores y actrices que dejaron una pequeña huella en los espectadores, porque la lucha entre el bien y el mal es un aspecto a resaltar en cada pastorela y cómo las personas sencillas ganan frente a las tentaciones del mal. Han pasado muchos años de aquello que escribí; sin embargo, sigue siendo actual esa lucha, no termina y a veces perdemos o ganamos de acuerdo a la historia personal, seguimos siendo tentados en nuestras vidas.
Es nuestra hora, no es la hora del miedo y la soledad, no es el tiempo de la dispersión, no es el momento de hacer camino en solitario, no son los días de desesperar. Es nuestra hora, es la hora de la comunión, es el tiempo de la verdad, es la hora de quienes tienen oídos para oír, es la hora de quienes tienen corazón de carne y no de piedra.
Es nuestra hora, es ahora cuando podemos darnos la mano, es ahora cuando los profetas han de gritar, es ahora cuando nuestra fuerza es la esperanza, es tiempo de quienes creen y esperan. Es tiempo de hacer nuevas todas las cosas. Y concluyo con una frase de San Agustín que nos hace pensar en la tradición y su importancia:
“La verdad es siempre lo que, con verdadera fe católica, se predica y se cree por la Iglesia entera desde la antigüedad”.