El Vaticano, a través de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha anunciado ayer, fiesta de San José Obrero, la actualización de las letanías dedicadas al esposo de María. Las nuevas invocaciones son: ‘Custos Redemptoris’ (Custodio del Redentor), ‘Serve Christi’ (Servidor de Cristo), ‘Minister salutis’ (Ministro de la salud), ‘Fulcimen in difficultatibus’ (Soporte en las dificultades) y ‘Patrone exsulum, afflictorum, pauperum’ (Patrono de los refugiados, de los afligidos, de los pobres).
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Indica la misma instancia vaticana que las Conferencias Episcopales de cada país podrán insertar otras invocaciones, acordes a las propias culturas. Le tomo la palabra a la citada Congregación y sugiero que en México, y en los países de habla hispana, nos encomendemos a San José llamándolo el “Patrono de los Machos”.
A ver. ¿Qué entendemos por “macho”? Obvio no su degradación en los varones que abusan de las mujeres -y también de otros varones-, que hacen gala de su fuerza física para reprimir y no para colaborar, que se sienten superiores e impunes, que se asocian con otros varones iguales a ellos para delinquir, que cifran en su lenguaje soez la manifestación más nítida de la virilidad, que jamás aceptarán sus debilidades.
No. Se necesita ser muy macho, en verdad macho como San José, para confiar en su prometida a la que adora y de quien está tremendamente atraído, a la que ha respetado conforme a su conciencia, y la que le comunica su embarazo… ¡del Espíritu Santo! Sólo alguien muy macho le puede creer eso a su novia.
Hay que ser muy machos, pero mucho como San José, para aceptar un rol secundario, no protagónico, en la Sagrada Familia; para permitir que la iconografía universal lo pinte como a un viejito, y así mantener el terror de la sexualidad que tenemos en la moral católica. Nada más un verdadero macho se presta a eso.
Machos como San José
Necesitamos más machos, exageradamente machos como San José, capaces de llorar cuando las lágrimas ya no se pueden contener, de sacar a flote su lado femenino cuando la ocasión lo exige, de aceptar que son frágiles y vulnerables. Un macho orgánico, alfa, no esconde sus sentimientos.
Por lo anterior, sugiero que de ahora en adelante nos dirijamos a San José como el “Patrono de los Machos”.
Pro-vocación. Resulta curioso. El centro Pastoral de Investigaciones Miguel Alanís Cantú, de la Arquidiócesis de Monterrey, acaba de concluir una investigación cualitativa -falta la cuantitativa- sobre la mujer y la Iglesia Católica. Una mayoría de las damas entrevistadas denuncia el que no se les toma en cuenta ni se valoran sus capacidades. Pero también una mayoría no solicita que se apruebe el sacerdocio femenino. Resulta curioso.