Periferias


Compartir

Periferia es el contorno que marca límite de una figura o un cuerpo. Así, la periferia de un círculo es la circunferencia, nuestra piel marca la periferia del organismo y los suburbios están a la periferia de las ciudades.

Las periferias marcan el límite más allá del cual el cuerpo deja de serlo para convertirse en otra cosa, y por ello nos acercamos decididamente a ellas. La exploración mapea territorios desconocidos, la ciencia aborda las fronteras del conocimiento y nuestro entender explora los puntos de contacto de nuestro conocimiento con el de alguien más. A través de ello tenemos una vida más plena.

Pero también podemos mirar a las periferias con miedo y de reojo, pues nos confrontan y sacan del confort. Entonces preferimos el pan sin orillas, evadimos a los extraños y nos refugiamos en nuestras creencias. Con ello levantamos muros físicos, sociales e intelectuales para defender nuestro interior.

Al preguntarnos sobre nuestras periferias cuestionamos los límites de nuestra conciencia, inclusión y oportunidades de crecimiento.

Migrantes

Las fronteras son inexistentes para los flujos de capitales, se vuelven curiosamente porosas tratándose de armas y narcóticos, cuentan con cuotas y aranceles para las mercancías comunes y están saturadas de restricciones para las personas, especialmente si estas son pobres. Como resultado, vivimos en una sociedad habituada a criminalizar las aspiraciones de bienestar de otros sin dudarlo un segundo.

Madre E Hija

Foto: Ricardo Medina

Desde lo humano, nadie se toma cambiar de país a la ligera y por ello solamente el 3.3% de la población mundial migra internacionalmente alguna vez. Aún así, son suficientes para provocar atención de todos, pues sus realidades de vida hacen un sonoro eco en las nuestras. Desplazados y refugiados necesitan ayuda para no verse arrinconados en sus hogares de origen y contar con opciones de acceso real a la justicia, encontrar rutas de esperanza real y genuinamente cimentada en progreso tangible, trato con dignidad más allá de cualquier característica demográfica y espacios de ágil reincorporación a una vida más feliz y productiva.

En el encuentro personal, las repetidas historias que relatan los migrantes, cargadas de anhelo, dolor, esfuerzo, extorsión, esperanza, despojo, entrega, ultraje, sueños y muertes innecesarias son neutralizadas con argumentos muy razonables sobre seguridad interior, limitación de recursos, protección de empleos locales, corruptelas ajenas y estadísticas de sustentabilidad que esgrimen diversos especialistas, a pesar de que los beneficios en los países receptores que detallan diversos estudios, tales como crecimiento económico, balance en el mercado laboral y superávit fiscal (OIM, 2018).

Sin embargo, la migración genera retos importantes de gobernanza, movilidad, conectividad, seguridad fronteriza y se asocia a fenómenos de extremismo violento, tanto en países emisores como en países destino. Éticamente el problema es tan complejo que la solución perfecta se antoja imposible, así que nuestra decisión personal podría reducirse a elegir de qué lado preferimos equivocarnos. Nos toca identificar si en nuestro actuar cotidiano somos de los que abrimos puertas o condicionamos el apoyo, si empatizamos con anhelos ajenos o le damos prioridad a nuestros propios miedos, si extendemos la mano o le colocamos un ladrillo más al muro de la indiferencia.

Peregrinos

Desde la fe, sabemos que discernir sobre la situación migrante, por meritorio que se antoje, no es necesario pues ya está revelado en la Escritura. No es un tema tangencial tratado aisladamente en un libro perdido dentro de la Biblia, sino objeto explícito de la enseñanza de Cristo en forma de bienaventuranza por la justicia, parábola de auxilio al viajero despojado y criterio de salvación a través de la misericordia (Mt 25, 38-40).

La vida misma de Cristo es también enseñanza, si consideramos su propio nacimiento en condición migrante, su huida a Egipto para preservar la vida y su deambular por Galilea al punto de no contar con un hogar propio para reclinar la cabeza.

Para terminar de decidirnos, quizá solo sea cuestión de asomarnos a las periferias de nuestros propios ideales, ver cómo contrastan con nuestros intereses políticos, laborales y económicos y dejarlos convivir entre sí, para comprobar cuál de ellos emerge victorioso al final. Un pequeño viaje a la periferia de nuestra mente, quizá sea el principio de una serie de salidas excepcionales al encuentro con nuestra humanidad.

 

Referencia: OIM (2018). Informe sobre las migraciones en el mundo. Ginebra: ONU Migración.