Alberto Royo Mejía, promotor de la Fe del Dicasterio para las Causas de los Santos
Promotor de la fe en el Dicasterio para las Causas de los Santos

Pilar Bellosillo, una española universal camino de los altares


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Sobre ella leemos testimonios tan significativos como: “Pilar Bellosillo puede ser considerada la figura femenina más emblemática del cambio de época que se produjo a mediados del siglo XX en la Iglesia española” o “Pilar Bellosillo fue precursora en la defensa del papel de la mujer en la Iglesia”, “si no la seglar más influyente en el catolicismo femenino español, sí, al menos, la española que mayor protagonismo tuvo en la Iglesia universal”; se ha hablado también de ella como “nueva imagen de mujer en la Iglesia”, “un exponente entre las mujeres católicas”, incluso en modo más bien hiperbólico se la ha denominado “la santa Catalina de Siena española”.



Todo esto nos da una idea de la importancia en el siglo XX de esta gran mujer cuya causa de canonización está dando los primeros pasos en la archidiócesis de Madrid, un camino que sinceramente esperamos llegue pronto a la meta de los altares. Pues, además de lo mucho que hizo a nivel nacional y mundial, muchos reconocen en ella a una mujer que sobresalió “por la compasión que tuvo”, como en su día recordó el Cardenal Carlos Osoro, quien añadió: “inició en la vida de la iglesia un cántico nuevo de la presencia de la mujer en lugares donde era necesario que se oyese su voz”.

Nacida en Madrid el 22 de diciembre de 1913 en el seno de una familia vinculada a la tierra soriana y profundamente cristiana, fue la segunda de ocho hermanos. En la casa de sus abuelos en Derroñadas (Soria), donde la compañía de los suyos y el contacto con la naturaleza marcaron su vida, ella cultivó también su fe cristiana. Un legado que, como las raíces de un árbol, se nutrió de aquella tierra y se manifestó en su existencia.

Estudió Magisterio en la madrileña academia ‘Veritas’ de la Institución Teresiana del 1931al 1935, donde conoció al fundador, don Pedro Poveda, que poco después sufriría el martirio como colofón de una vida de entrega a los demás. En dicha academia Pilar recibió una formación humana y cristiana que fue decisiva en su vida, y sobre esta experiencia escribía años después: “Muy pronto percibimos que si pertenecíamos a la Iglesia no era sólo para beneficiarnos de ella, sino también, para ponernos a su servicio”; también estudió Servicio Social en la Escuela de Formación Familiar y Social.

PilarBellosillo1

Acabados los estudios comenzó a trabajar como voluntaria en la Academia para la Mujer Trabajadora que dirigía la Acción Católica. En 1938, en plena Guerra Civil, asistió a un curso de animadores de Acción Católica en Zaragoza, que la llevó a comprometerse definitivamente con dicha organización, en la que con los años desempeñará cargos a nivel nacional compatibilizándolos con sus muchas otras ocupaciones. Su familia se traslada toda a Madrid, donde Pilar residirá siempre, salvo largas temporadas en las que tiene que vivir en París o Roma debido a sus responsabilidades internacionales.

Su espiritualidad se fue nutriendo de fuentes muy ricas: el Evangelio, los místicos españoles, Teresa de Ávila, Juan de la Cruz…. En poco tiempo es elegida presidenta nacional de la Juventud de la Acción Católica (1940-1946) y más tarde presidenta nacional de la rama femenina de la Acción Católica (1951-1963). Sus años como presidenta fueron muy fructíferos, durante estos años se crearon importantes proyectos, comenzando por el Plan de Formación de la Personalidad Femenina (1953-1957), para dar solución a la situación en la que vivían las mujeres. Además, creó los Centros de Cultura Popular, para proporcionar a las mujeres educación y formación para la vida social, cultural, cívica y política, así como religiosa, esto es, una formación integral. Otra de las grandes acciones impulsadas por Pilar fue la llamada ‘Semana Impacto’, un breve taller de formación social que renovó totalmente a las mujeres de Acción Católica (1958).

Nacimiento de Manos Unidas

Pero sin duda la acción con mayor repercusión que llevó a cabo fue el lanzamiento de la Campaña contra el Hambre en 1959, inspirada en un manifiesto del mismo año de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Este evento, celebrado el segundo domingo de febrero, no solo buscaba recaudar fondos, sino también concienciar a la sociedad española sobre la realidad de la pobreza global. En su primera edición, lograron reunir 500.000 pesetas de la época, una cifra modesta pero simbólica. Esta campaña sentó las bases de lo que sería una organización pionera en el ámbito de la cooperación internacional. La campaña dio lugar a la organización que conocemos como Manos Unidas, hoy una de las ONG más grande de España con presencia en buena parte del mundo.

Gracias a su experiencia en España, Pilar Bellosillo se fue incorporando a la vida de la solidaridad internacional cuando, en 1961 –apenas comenzado el concilio Vaticano II– fue elegida Presidenta de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), aunque se mantuvo como Presidenta de la rama femenina de la Acción Católica hasta 1963. En aquella época, la UMOFC contaba con 36 millones de mujeres en 61 países de los cinco continentes. Fue un momento histórico caracterizado por el inicio de la toma de conciencia por parte de las mujeres de su situación de marginación, discriminación y, a menudo, exclusión. Pilar lo definió así: “Las mujeres somos las protagonistas de ese momento histórico, caracterizado por el despertar de la conciencia femenina en el mundo. Es el momento de nuestra ‘liberación’. Y para ello, la UMOFC nos ofrece posibilidades extraordinarias y providenciales”. La organización, con Pilar como presidenta, intentará responder a este desafío apremiante.

En los años 60 escribía: “Las mujeres se preguntan por qué la fuerza liberadora del Evangelio, ha estado, en el curso de la historia, tan condicionada y contenida. Por qué la actitud de Jesús con las mujeres y con todos los oprimidos, actitud verdaderamente revolucionaria en su tiempo, tan significativa y luminosa ha perdido su fuerza y su significado en el curso de los siglos”.

Primeras mujeres auditoras

Como presidenta de la UMOFC, Pilar fue nombrada por el Papa Pablo VI auditora en el Concilio Vaticano II, junto con otras 22 mujeres. El martes 8 de septiembre de 1964, en la sala de audiencias de Castel Gandolfo, el Papa anunció oficialmente la presencia de mujeres auditoras en el Concilio y, el 25 del mismo mes, entraba en la sala la primera mujer, la religiosa hospitalaria francesa Marie Louise Monnet, fundadora del Movimiento Internacional del Apostolado de las Clases Sociales Independientes (MIAMSI). De septiembre de 1964 a julio de 1965 fueron convocadas un total de 23 auditoras: 10 religiosas y 13 laicas, elegidas en su mayoría según criterios de internacionalidad y representatividad.

Las religiosas eran: la estadounidense Mary Luke Tobin, presidenta de la Conferencia de Superioras Mayores de Institutos Femeninos de América, la egipcia Marie de la Croix Khouzam, presidenta de la Unión de religiosas de Egipto, la libanesa M. Henriette Ghanem, Presidenta de las Superioras Mayores Maronitas, la francesa Sabine de Valon, Superiora General de las religiosas del Sagrado Corazón, la alemana Sor Juliana Thomas, Secretaria General de la Unión de Superioras alemanas, la francesa Suzanne Guillemin, Superiora General de las Hijas de la Caridad, la española Cristina Estrada, Superiora General de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, la italiana Costantina Baldinucci, Presidenta de la Federación italiana de religiosas hospitalarias, la americana Claudia Feddish, superiora general de la Orden de las Hermanas Basilianas y el canadiense Jerome M. Chimy, superior general de las Hermanas Siervas de María Inmaculada.

Pilar Bellosillos

Las laicas convocadas fueron: Pilar Bellosillo, presidenta de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, la australiana Rosemary Goldie, secretaria ejecutiva del Comité Permanente de Congresos Internacionales para el Apostolado de los Laicos, la holandesa Anne Marie Roeloffzen, secretaria general de la Federación Mundial de la Juventud Femenina Católica, las viudas italianas y de guerra, Amalia Dematteis, viuda de Cordero Lanza di Montezemolo, presidenta del Patronato de Asistencia Espiritual de las Fuerzas Armadas, e Ida Marenghi-Marenco, también Alda Miceli, presidenta del Centro Italiano de Mujeres, la estadounidense Catherine McCarthy, presidenta del Consejo Nacional de Mujeres Católicas, el matrimonio mexicano Luz María Longoria y José Álvarez Icaza Manero, presidentes del Movimiento Familiar Cristiano, la argentina Margarita Moyano Llerena presidenta de la Federación Mundial de la Juventud Femenina Católica, la uruguaya Gladys Parentelli, presidenta del Movimiento de la Juventud Agraria Femenina Católica, la alemana Gertrud Ehrle, presidenta de la Federación Alemana de Mujeres Católicas, y, por último, la baronesa checoslovaca Hedwig von Skoda.

Pilar era la única laica española, toda una primicia en la historia de la Iglesia, entró a formar parte de la Comisión encargada de redactar el Esquema XIII para la preparación de la Constitución Pastoral ‘Gaudium et spes’, la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, y también en la Comisión “Matrimonio y Familia”. Fue también elegida dos veces portavoz del grupo de auditoras. Hablando de los laicos y laicas asociados con la labor de estas comisiones, Pablo VI se refirió a ellos como “expertos de la vida”.

La obra de Dios

Pilar contará posteriormente cómo vivió el Concilio y los retos que éste presentaba: “Durante la intensa actividad del Consejo, pasé noches en vela y descubrí cómo, ‘obradas por el Espíritu’, se ordenaban los flujos que recibíamos. Esto a veces me obligaba a renunciar a algo para dar la bienvenida a lo ‘nuevo’. A veces se trataba de ordenarlo con una nueva jerarquía de valores. El asombro de descubrir la maravillosa claridad y coherencia de la obra de Dios es indescriptible. Luz, alegría, equilibrio, orden, paz y un amor renovado son los frutos que produce la verdad poseída. Estaba claro que la Iglesia estaba siendo interpelada por muchas preguntas nuevas que se planteaban a la conciencia de los bautizados. Y dar las mismas respuestas no conducía a ninguna parte”.

Sin embargo, sabemos que en realidad en el concilio las auditoras fueron sobre todo eso: oyentes, pues no se les dejó hablar en el aula conciliar ni tuvieron voto, aunque sí hablaron en las comisiones por temas y por lenguas. Por el contrario, a varios varones laicos se les permitió hablar en el aula conciliar. Pilar, como portavoz del grupo de las auditoras, planteó la cuestión de poder intervenir en el aula, pero no obtuvo respuesta positiva. Los tiempos no estaban preparados para mayores avances, aunque ya fue un paso adelante en la historia de la sinodalidad, que hoy es protagonista de la vida de la Iglesia.

Feminismo humanista

Ya en el postconcilio, en el año 1966 la UMOFC lanzó una gran encuesta a todas las organizaciones miembros sobre “La libertad de la mujer en la familia, la sociedad y la Iglesia”, para que respondieran los 36 millones de mujeres afiliadas. Las respuestas tuvieron un valor muy representativo, dada la alta participación y el pluralismo: mujeres de todas las procedencias, de diferentes culturas y costumbres, de diversas clases sociales y económicas. “Las respuestas”, dijo Pilar, “revelaron realidades y situaciones sorprendentes, lo que sensibilizó mucho a la UMOFC, hasta el punto de desarrollar un plan de acción para mejorar estas situaciones inhumanas”. Se organizaron conferencias, reuniones de estudio, consultas a expertos y muchas otras iniciativas eficaces.

Fruto de todo este trabajo y de la investigación, la UMOFC estableció las líneas de un feminismo humanista. Por su parte, en aquel entonces escribía Pilar: “Mi gran convicción toma forma progresivamente: estar al servicio de los demás, al servicio de su realización como personas y cristianos. Para estar al servicio del plan de Dios para el mundo. Para apoyar la labor de Dios en el contexto histórico”.

En 1970, en la Asamblea de Torhout, Bélgica, estudiaron y elaboraron un gran plan para con el tema “Educación de la Mujer”, que diera a las mujeres la oportunidad de aportar sus propias ideas, su propia visión de los temas a estudiar y sus propios criterios sobre las cuestiones a tratar. Otro compromiso que Pilar asumió personalmente e impulsó en el seno de la UMOFC fue ampliar la misión de la organización y trabajar por los pueblos del Tercer Mundo, por los pueblos de los países subdesarrollados que sufren hambre y pobreza, injusticia, marginación y son oprimidos por los poderosos.

Pilar Bellosillo en el Concilio

Leemos en su biografía que durante el Sínodo de los Obispos de 1971 –en el que Pilar fue una de las cuatro mujeres que participaron como observadoras– la intervención a cargo del Presidente de la Conferencia Episcopal canadiense, el Cardenal Bernard Flahiff, exigiendo que la abolición de toda discriminación respecto a la mujer se convirtiera en una realidad palpable y no en papel mojado, tuvo como resultado inicial la creación de una comisión designada por Pablo VI, la Comisión Pontificia sobre la Mujer (1973). En dicha Comisión, compuesta por quince mujeres y diez hombres, estuvo Pilar Bellosillo. A pesar de las disputas internas, produjo dos informes: uno con propuestas concretas al Sínodo de los Obispos del 1974, y otro final en 1976 en el que se instaba a promover el papel de las mujeres a nivel diocesano. Sin embargo, algunas propuestas polémicas realizadas por la Comisión llevaron al Papa a suprimirla.

María José Arana, cercana a Pilar, recuerda: “Me impresionaba muy especialmente cuando nos hablaba de su proceso interior y de la acción del Espíritu en ella; la naturalidad y profundidad con la que nos dejaba entrever un poco de la obra de Dios en ella. ¡Era magnífico! Pilar continuó trabajando por la mujer en la Iglesia y en la sociedad civil”.

¿También una santa?

Pilar estuvo al frente de la UMOFC hasta 1974. En España, en el ocaso del régimen de Franco, se sumó al movimiento clandestino liderado por su amigo el catedrático Joaquín Ruiz-Giménez, integrándose en el núcleo estratégico del partido –de brevísimo recorrido histórico– que él fundó en 1975, “Izquierda Democrática”, que era de corte demócrata cristiano. Tras la instauración de la democracia, bajo el primer Gobierno de Unión de Centro Democrático, fue designada vocal del Patronato de Protección de la Mujer, compartiendo este papel con Mary Salas, compañera inseparable en múltiples proyectos y viajes durante su etapa en la UMOFC. En noviembre de 1985 fue invitada por el Cardenal Eduardo Pironio a participar en Roma la conmemoración del Decreto Conciliar sobre los laicos. En los últimos años de su vida, hasta su fallecimiento el 2 de enero del 2003, canalizó su energía hacia el Fórum Ecuménico de Mujeres Cristianas de Europa, mientras en España trabajó en el Foro de Estudios sobre la Mujer, institución que perpetuaba su legado en la defensa de la igualdad y la justicia social.

No cabe duda que fue una mujer pionera y de gran importancia en la Iglesia española contemporánea, pero ¿también una santa? Volvemos a las palabras del Cardenal Carlos Osoro, que dijo de Pilar Bellosillo: “Si algo tendríamos que decir de esta mujer de iglesia, de la Acción Católica, es precisamente que lo dio todo por Jesucristo Nuestro Señor; por ser testigo del Señor. No guardó nada para ella”. Quizás estas palabras resumen mejor que otras muchas que se podrían decir el porqué, además de ser una mujer claramente insigne a nivel mundial, muchos afirman que fue una mujer de virtud ejemplar.