“Todo ser humano es creado a imagen de Dios y redimido por Jesucristo y, por lo tanto, es de un valor incalculable y digno de respeto como miembro de la familia humana”. Este es el principio fundamental de la enseñanza social católica.
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Toda persona -prescindiendo de raza, sexo, edad, patria, religión, inclinaciones sexuales, empleo o nivel económico, salud, inteligencia, éxitos o cualquier otra característica diferenciadora– es digna de respeto. No es lo que uno hace o tiene lo que da derecho al respeto, lo que establece la dignidad de uno es sencillamente el ser una persona humana.
Dada esa dignidad, la persona humana en la visión católica nunca es un medio, es siempre un fin. A veces no conocemos la profundidad de lo que nos presenta la doctrina social católica: respeto, dignidad y ayuda a nuestro prójimo. En nuestra sociedad actual hemos sido testigos cómo se ponen de moda formas de vestir, marcas, bebidas y hasta actitudes.
Una sociedad influenciable
No cabe duda que somos una sociedad influenciable, definida por el consumo. Objetos, alimentos y servicios que se usan para generar ganancias, así el mercado, un intercambio que en ocasiones llega a transformarse en dañino.
Hace algunos años, nadie usaba el plástico, todo era vidrio y empaques sencillos. La moda se impuso y comenzamos a usar el plástico en todo momento, tanto que nuestro planeta se ha puesto en riesgo por causa de los polímeros, indudablemente estamos hablando de una decisión mundial que se convirtió en moda, la cual ha puesto en peligro una gran cantidad de especies y también nuestro alimento.
Se han dado cuenta que el abuso de plástico no es bueno, ahora regresamos al vidrio y a materiales biodegradables, una decisión mundial que indudablemente nos beneficia, pero que no podemos ignorar que ha regresado como respuesta y también como tendencia.
Comprender la palabra hermano y hermana
Ayudar es algo que aún no se ha normalizado, quienes lo hacen son el centro de burlas, malinterpretaciones y hasta de poner en duda sus acciones. El ser humano es complejo y criticamos todo; porque se hacen las cosas y también porque no, somos muy difíciles y en ocasiones hasta contradictorios.
La doctrina social nos recuerda que debemos ayudarnos, que es la forma en la que podemos comprender a plenitud la palabra hermano, hermana. El cuerpo de la doctrina social católica comienza con la persona humana, pero no termina ahí. Los individuos tienen su dignidad personal; pero el individualismo no tiene lugar en el pensamiento social católico.
El principio de la dignidad humana da a la persona el derecho a la pertenencia, como miembro, a una comunidad, la familia humana. Jesucristo fue poco entendido en su tiempo, tanto que le crucificaron porque no entendieron su mensaje. Desde el lugar en el que te encuentres te invito a que si está en tus posibilidades ayudemos, compartamos y por decirlo de una forma coloquial: Pongamos de moda ayudar.