La Fundación SM publicó hace algo más de un mes una de sus encuestas Flash que se titulaba ¿Por qué estudiamos? Se trata de un estudio realizado a 400 jóvenes que intenta conocer datos sobre los porqués de la elección de estudios de los jóvenes españoles y de otros tres países latinoamericanos (Brasil, Chile y México). Tiene unos datos muy interesantes pero yo solamente voy a centrarme en dos de ellos que nos permitirán ver el sesgo instrumental que tiene con frecuencia la educación en nuestra sociedad.
- PODCAST: Los cardenales del futuro
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
En primer lugar se trata del porcentaje de jóvenes que escogen sus estudios por vocación. A estas alturas de la historia y, a pesar de que lo ideal sería que nuestros jóvenes escogiesen con libertad aquello que quieren estudiar, tan solo uno de cada cuatro (un 26%) elige lo que estudian por su vocación. El resto, escogen sus estudios ya sea por cuestiones relacionadas con la economía como las oportunidades profesionales o por meras razones económicas (un 28% entre ambos), porque se ven forzados ya sea por compromisos sociales, por la tradición familiar o por cuestiones geográficas (11%) o por cuestiones meramente académicas como son la facilidad para obtener el título, las calificaciones o porque corresponde con sus aptitudes (29%)
Tal vez alguien puede pensar que a la edad de entrar en la Universidad los jóvenes no se han planteado cuál puede ser su vocación y por eso tres cuartas partes de ellos utilizan otros sistemas para decidir qué estudian. Si esto fuese así, tendríamos un problema en nuestro sistema educativo, ya que los 18 años son una edad en la que uno puede haber visto qué es aquello que cree que le gusta y lo que no.
El acento económico
En todo caso creo que ese no es esa la cuestión clave, sino que el estudio se ve, con mucha frecuencia, como una manera de obtener los ingresos necesarios para vivir o para obtener unos elevados ingresos. Cuando en la misma encuesta se pregunta por qué estudian, aquellos que lo hacen por obligación, por prestigio, porque no se encuentra trabajo, para tener un futuro asegurado, un empleo bien remunerado o más oportunidades de empleo, suman el 46% de los encuestados, es decir, un porcentaje bastante elevado. Además, más de la mitad (el 54%) aseguran que habrían elegido otra carrera si tuviese el futuro económico asegurado.
Los estudios deberían ser un camino para conseguir realizarnos como personas a través de una actividad que nos permitiese obtener los ingresos suficientes para vivir. Cuando el acento se pone sobre todo en lo económico y los motivos para elegir los estudios no provienen de nuestras preferencias sino de valoraciones de otra índole, tenemos un problema con los futuros profesionales y con la satisfacción que van a obtener las personas de sus actividades profesionales en un futuro.