El podcast
Uno de los últimos ataques a la memoria de la Madre Teresa venía en forma de podcast hace unas semanas. Titulado ‘El cambio: las hermanas que se fueron’, trataba de ser un análisis de la santa y su fundación, las Misioneras de la Caridad, en torno a las que se hacían la pregunta: “¿Cuál es la línea divisoria entre la devoción y el lavado de cerebro?”
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Un antiguo asesor legal vinculado a la santa, Jim Towey, denunciaba a la agencia CNA la difamación que suponía considerar a la congregación un secta, algo que se repetía ya que se comentaba un artículo de opinión del New York Times titulado “¿Fue la Madre Teresa una líder de una secta?”. Este artículo recoge el testimonio de una mujer llamada Mary Johnson que trató de “escapar” de la orden, y tuvo que hacerlo “a través de canales oficiales” tras señalar prácticas de “abuso y traición”.
Para Towey, este programa forma parte de “un esfuerzo continuo de personas que tratan de llamar la atención sobre sí mismas degradando la memoria de la Madre Teresa, atacando a sus hermanas y, al mismo tiempo a la Iglesia Católica, sus enseñanzas morales y todo lo que defendemos”.
“Es muy fácil criticar a las Misioneras de la Caridad por no tener servicios médicos sofisticados cuando no tienes ni idea de cuál es la realidad sobre el terreno en Calcuta”, señala el abogado ante las críticas sobre la gestión de las obras por parte de las hermanas. “Y, por supuesto, estas personas que hacen estas críticas no van a ayudar a los enfermos, sino que critican a los que lo hacen”, recalcaba Towey. Mientras en el programa, muy dado a la controversia, se acusa a la santa de “coquetear con dictadores”; para el asesor legal que trabajó 12 años junto a la madre y que ha fundado una asociación caritativa inspirada en la experiencia de Calcuta, la santa “en ningún momento se comprometió a sí misma, sus valores o la fe católica”.
La noche
De vez en cuando vuelve al imaginario colectivo una reflexión de la Madre Teresa: su crisis de fe, su noche oscura. Todo esto surgió a partir de unos fragmentos del libro ‘Madre Teresa: Ven y sé mi luz’, en el que se recogían diferentes cartas de los últimos 50 años de la vida de la santa enviadas a sus confesores y superiores. Las pruebas espirituales que está viviendo son un tema recurrente, algo que escandalizó a algunos –es su mayoría poco avezados en temas de vida espiritual–.
“Hay tanta contradicción en mi alma: un profundo anhelo de Dios, tan profundo que hace daño; un sufrimiento continuo, y con ello el sentimiento de no ser querida por Dios, rechazada, vacía, sin fe, sin amor, sin celo… El cielo no significa nada para mí: ¡me parece un lugar vacío!”, escribe en una de sus cartas. El sacerdote canadiense Brian Kolodiejchuk, que trató a Madre Teresa durante 20 años y fue el postulador de su causa de canonización, ha tenido que explicar mil veces esta experiencia en el proceso espiritual de la religiosa. Para él, esta ‘noche oscura’ es “la preparación para una purificación que todos tenemos que pasar. Es una preparación para la unión por Jesús, que en el caso de Madre Teresa fue una preparación apostólica, porque ella estaba experimentando lo mismo que aquellos a los que serviría después: que la pobreza más grande era el no sentirse amado, el estar solo”. Es la experiencia de Jesús en Getsemaní o el grito desgarrador en la cruz.
De hecho, esta crisis de fe nunca alejó a la Madre Teresa de la oración. Es una de las constantes que quedaron grabadas en las hermanas. “Tenía una unión tan profunda con Jesús que le resultaba imposible vivir sin una oración fuerte. Ella rezaba cerca de cinco horas al día, entre la adoración, la Misa, la lectura espiritual y otras oraciones. Rezaba constantemente el rosario, y con él meditaba la vida de Jesús de una manera sencilla”, señala el postulador que también fue el editor del citado libro. “Señor, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Yo era la hija de tu Amor, convertida ahora en la más odiada, la que Tú has rechazado, que has echado fuera como no querida y no amada. ¿Dónde está mi fe?”, escribe en otro momento de su vida. “Es el camino que Dios eligió para la purificación y la transformación de su ser interior, es una parte de la vida espiritual de la Madre”, dirá la hermana Nirmala, sucesora de la Madre al frente de la congregación.
La visita
Francisco visitó en Macedonia del Norte Skopie, la ciudad natal de la Madre Teresa. Allí visitó la Casa-Memorial dedicada a esta gran misionera –levantada en el lugar en el que estaba la iglesia en la que fue bautizada– y tuvo un encuentro con los pobres, junto a los demás líderes religiosos y rezó invocando: “Santa Madre Teresa ruega por este pueblo que realiza obras de justicia”.
En su oración Francisco destacó que Dios la llamó “a dar testimonio de tu amor entre los más pobres de la India y del mundo. Ella supo hacer el bien a los más necesitados, puesto que reconoció en cada hombre y mujer el rostro de tu Hijo. Dócil a tu Espíritu, ha sido la voz orante de los pobres y de todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Acogiendo el grito de Jesús en la cruz, ‘tengo sed’, Madre Teresa ha calmado la sed de Jesús en la cruz, cumpliendo las obras del amor misericordioso”. Nuevamente la cruz, la pasión…
Bergoglio también es el pontífice que canonizó a santa Teresa de Calcuta. En su homilía, el Papa advirtió que “la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad”. “Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor”, añadió de forma genérica más allá de las crisis de fe de la santa de Calcuta.
“Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que ‘el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre’”, destacó el Papa en clave puramente evangélica. “Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír”, decía la Madre Teresa sobreponiéndose a cualquier pesimismo. “Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura”, invitaba el Papa. Ciertamente, para muchos es un mensaje difícil de entender si no se lee con los ojos del Evangelio.