El calendario
Hace unos días se reunió la secretaría del sínodo de los obispos. Tras la publicación de la exhortación apostólica ‘Querida Amazonía’, podemos decir que, en cierto sentido, han concluido los trabajos de la Asamblea Especial para la región Panamazónica. Por organizadores anunciaban que ya se han reservado unas fechas en el calendario para el otoño de 2022. Este sábado se conocía finalmente la decisión del tema de entre los presentados al Papa: ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión’.
Con el tema por decidir, quedan casi dos años preparatorios para crecer en sinodalidad. Una participación organizada en la fase preparatoria de la asamblea es una buena manera de contar con el máximo de personas. Las propuestas de asuntos a tratar ya están en manos del Papa a propuesta de la secretaría. La selección de las posibles propuestas también han tenido en cuenta a organismos eclesiales de todo el mundo y no solo a la Curia Romana.
Más allá de estos titulares, la secretaría tendrá que afrontar también las demandas de una mayor sinodalidad en la propia asamblea que no se reduce solo a los prelados (varones) participantes como Padres Sinodales.
Los votos
La revitalización que el Vaticano II propició de los sínodos se hizo desde el enfoque de una representación internacional de los obispos participantes en la reunión. A su vez, el número de expertos e invitados fue creciendo paulatinamente tras la positiva experiencia de su aportación en el aula conciliar. Por ello, durante mucho tiempo no se había planteado –en serio, quiero decir, con una propuesta concreta– el voto de quien no fuera Padre Sinodal, algo que fue ampliándose a los superiores generales presbíteros. Hasta Francisco…
Bergoglio hizo un cambio en el Sínodo sobre los jóvenes de 2018, al permitir que dos superiores no sacerdotes –el general de los Maristas y de la Salle– pudieran votar como los otros generales religiosos varones. La decisión, ya incorporada previamente en el reglamento al comienzo de la asamblea sinodal, dejó en mayor evidencia la distinción entre superiores y superioras.
Desde entonces este clamor se ha ido haciendo más fuerte. Incluso se ha creado un lobby internacional con este motivo, aunque ha llegado demasiado tarde al sínodo de la Amazonía tal como son los tiempos eclesiales. Por eso ‘Voices of faith’ denunciaba poco antes del último sínodo que “las religiosas que superan en número a los hermanos casi 10 a 1 en todo el mundo y cuyas superiores femeninas tienen el mismo estatus canónico que los hermanos superiores” pero estas “no tienen derecho a votar en estos sínodos”. “Esto debe cambiar si queremos ver la igualdad en el liderazgo de nuestra Iglesia”, reclamaban.
El documento
Mientras se espera una solución que no sea meramente cosmética en este sentido, en líneas generales, la mentalidad que ha salido del sínodo de la Amazonía sobre la “fuerza y el don de las mujeres” apunta en la buena dirección. El Papa en la exhortación alaba “la presencia de mujeres fuertes y generosas: bautizadoras, catequistas, rezadoras, misioneras, ciertamente llamadas e impulsadas por el Espíritu Santo” en la región (núm. 99). Este ejemplo es válido en sí mismo, no necesita un argumento clericalizador o sustitutivo del sacerdocio.
“En una Iglesia sinodal las mujeres, que de hecho desempeñan un papel central en las comunidades amazónicas, deberían poder acceder a funciones e incluso a servicios eclesiales que no requieren el Orden sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio” (núm. 103), reclama el papa Francisco. Más allá de las aspiraciones de las diaconisas, el pontífice reivindica que “cabe recordar que estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento público y el envío por parte del obispo. Esto da lugar también a que las mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la guía de las comunidades, pero sin dejar de hacerlo con el estilo propio de su impronta femenina” (núm. 103).
Quedan dos años para el otoño de 2022. ¿Llegará a petición a tiempo esta vez?