La prelatura
Mientras el Opus Dei trata de desmontar la estructura como prelatura personal para tratar de ajustarse a su nuevo traje canónico; los obispos filipinos han sorprendido con el estudio de la creación de una nueva prelatura personal para la atención pastoral de los trabajadores emigrantes filipinos que están dispersos por el mundo.
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La figura de las prelaturas personales fue introducida por el concilio Vaticano II y hasta ahora el único ejemplo concreto del que disponemos para comparar es el de la Obra, una fórmula jurídica que ni siquiera llegó a conocer su fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer, ya que fue Juan Pablo II quien aprobó esta estructura en 1982 después de un proceso que comenzó en 1975.
Ahora el obispo Narciso Abellana, presidente de la Comisión para la Pastoral de los Emigrantes y Trabajadores Emigrantes de la Conferencia Episcopal Filipina, quien ha lanzado esta idea con motivo de la próxima Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado según como se puede leer en el portal katholisch.de. Se ve que la Conferencia Episcopal Filipina lleva al menos tres años debatiendo la propuesta y en su plenaria de julio, los obispos la volvieron a estudiar, aunque no se atrevieron a tomar definitivamente. Entre otras cuestiones el presidente del episcopado, Pablo Virgilio David, ha señalado que para llegar una determinación es necesario un diálogo previo con las diócesis en las que hay filipinos repartidos por todo el mundo. Para ello hay un grupo que está trabajando en estos aspectos y sobre todo en el ensamblaje jurídico de la prelatura de personal y la formación de los futuros sacerdotes de esta.
La norma
El germen de esta idea, al parecer, viene de un sacerdote filipino que trabaja en Estados Unidos que lo propuso en enero de 2020 con un esbozo canónico de lo que sería esta posibilidad de una prelatura personal para la atención pastoral de los trabajadores migrantes. La propuesta sería que un grupo de sacerdotes, en todo el mundo, impulsara tareas pastorales especiales en lugares donde hay una comunidad filipina migrante de cierta relevancia. Un planteamiento nuevo respecto al Opus Dei que evolucionó desde la fórmula de los institutos seculares –algo que ya se escapaba de su realidad ya que el grupo fuerte, en número, era el de los laicos–.
El Derecho Canónico dedica apenas cuatro cánones a la cuestión de las prelaturas personales, del 294 al 297, habiendo sido actualizados el pasado mes de agosto, los números 295 y 296. Se ha quedado intacto el que explica la finalidad de esta figura que es “promover una conveniente distribución de los presbíteros o de llevar a cabo peculiares obras pastorales o misionales en favor de varias regiones o diversos grupos sociales”. Esta finalidad sería presentada a la Santa Sede por parte de las Conferencias Episcopales.
En este sentido, se calcula que más de 10 millones de filipinos viven en el extranjero, y más de dos millones trabajan fuera temporalmente cada año. La cosa es que no todo son los números. La clave de la propuesta de algunos obispos sería que algunos sacerdotes o diáconos permanentes se prepararían para esta encomienda y no dependerían jurídicamente de los obispos diocesanos ya que su incardinación sería directamente a esta prelatura.
El Opus Dei
Mientras en la Obra hacen el camino de pasar de ser una asociación dependiente del Dicasterio del Clero, lo que pasa por la cada vez más cercana publicación de los nuevos estatutos. El último mensaje del prelado al respecto fue el pasado 13 de septiembre de 2023 cuando confimaba que se estaban retomando los trabajos tras las vacaciones de verano en lo que se refiere a las modificaciones de los estatutos ante de que el Papa dé el visto bueno. No ofrece muchos datos, simplemente que “en la medida que el Dicasterio considere oportuno, os iremos informando sobre la marcha de este trabajo”.
Ambas noticias, la de la Obra y la de Filipinas, pueden parecer contradictorias. Sin embargo, a pesar de las legítimas críticas desde el Opus Dei que las características de las asociaciones publicas clericales de derecho pontificio no cubren todas las formas que la espiritualidad de la Obra ha ido encarnando en su evolución; la figura de las prelaturas personales sigue siendo una posibilidad y seguramente tampoco encauzaba (canónicamente) toda la variedad de fieles que estaban dentro del Opus. Mientras, tampoco para muchos justificaría el caso filipino esta fórmula que con este último movimiento de Francisco podrían parecer que están en franca decadencia –siempre como figura canónica–. Hay quien puede decir que lo lógico es que los filipinos se vayan incorporando a las Iglesias locales o que de forma intermedia se establezcas formas de atención pastoral personales más intermedias.