El Papa abogaba fuertemente en ‘Amoris laetitia’ por una preparación al matrimonio más esmerada. En junio apareció un documento del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida: Itinerarios de catecumenado para la vida matrimonial. Algo se ha movido desde arriba; falta hace que la conversión pastoral llegue hasta abajo, hasta la base parroquial.
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He querido abordar el tema porque leí esta noticia: “En Marruecos, para casarse, será necesaria en adelante una formación y un certificado de aptitud”. ¿Y quiénes van a darla? Los adules o notarios cívico-religiosos musulmanes; entre otros actos, ellos formalizan e inscriben los matrimonios islámicos. (Por cierto, esta “profesión” ha sido abierta a las mujeres, y ya ha jurado el cargo la primera promoción femenina).
¿Y quién va a financiar un esfuerzo tal a nivel nacional? Porque organizar una cosa así cuesta dinero. Para eso está el Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUAP), que ha firmado un convenio con el Orden Nacional de los Adules. Su web, en la rúbrica “qué hacemos”, dice:
- Salud sexual y reproductiva: Planificación familiar, VIH y sida, Salud materna, Partería, Fístula obstétrica.
- Jóvenes: Embarazo en la adolescencia, Matrimonio infantil, Educación sexual integral, Liderazgo y participación de los jóvenes.
- Derechos humanos e igualdad entre los géneros: Participación de los hombres y los niños, Mutilación genital femenina, Violencia por razón de género, Igualdad de género, Selección de sexo con sesgo de género.
- Asuntos de población: Envejecimiento, Censo, Cambio climático, Dividendo demográfico, Migraciones, Urbanización, Tendencias
demográficas.
“Se trata –según reza la información– de sensibilizar a los jóvenes que desean casarse sobre las diferentes responsabilidades de los cónyuges en una pareja, sobre los riesgos ligados a la salud sexual y reproductiva y a la violencia sexista, riesgos que pueden conducir al hundimiento de las estructuras familiares”.
Hora de despertar
El asunto ha comenzado a funcionar ya con un plan piloto en la ciudad de Uchda, de modo más bien espontáneo e informal, pero no se descarta que vaya hacia una institucionalización y certificación oficial; 340 adules están siendo formados para poder impartir esta formación y preparar a otros.
Y nosotros, los cristianos, ¿seguiremos con las cuatro charlitas, impartidas en algunas ocasiones en una media jornada intensiva? Es hora de despertar de una vez del sueño del pasado y encarar el futuro con creatividad también en este ámbito.