El tiempo pasa volando y casi sin darnos cuenta hemos entrado ya en marzo sin comenzar aún ningún propósito de año nuevo que “sí o sí cumplo este año”. Además, parece que el tiempo va más rápido en 2024, ya que en tan solo dos semanas comienza la Semana Santa, y nuestras calles comienzan a llenarse de costaleros y bandas musicales que ensayan para las procesiones.
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Pero, igual que no se puede correr antes de aprender a andar, no podemos vivir la Semana Santa de manera plena, consciente y transformadora si no nos hemos preparado.
La Cuaresma no es más que un periodo de preparación, y en este tiempo la Iglesia nos propone tres símbolos concretos y muy adaptables a la realidad, situación y ambiente de cada persona: el ayuno, la limosna y la oración.
Ayuno
¿Por qué tengo que ayunar en cuaresma? ¿Qué relación tiene no comer con prepararme para la Semana Santa?
El ayuno va mucho más allá de no comer un día a la semana. Consiste en privarse de algo que ocupa gran parte de nuestro día y que nos cuesta quitarnos, hacernos conscientes de la importancia que tiene en nuestras vidas y aprender a valorarlo o a desecharlo.
Desde hace unos años adapto el ayuno a mi realidad y, antes de empezar la cuaresma, me pregunto: ¿qué tengo que valorar más en mi vida? ¿qué cosas sin importancia me están quitando tiempo? Quizás tengo que privarme de Tiktok un día a la semana, ayunar de una actitud concreta (pereza, vagancia…), o dejar de escuchar música mientras voy en el bus para ser consciente de la realidad que me rodea.
Limosna
Cuando hablamos de limosna lo primero que se nos viene a la cabeza es dar el dinero que nos sobra, buscar en el bolsillo esos céntimos sobrantes que solo añaden peso a nuestra cartera.
La limosna consiste en “ofrecer nuestro tiempo, nuestras capacidades y cualidades (…)”, va mucho más allá de dar dinero y es una apuesta por transformar la realidad.
Pero ojo, no vale cualquier limosna si queremos que sea efectiva, tenemos que concretar de manera consciente a qué nos comprometemos: quizás voy a llevar comida al banco de alimentos de mi ciudad, revisar el armario y donar parte de mi ropa a personas que lo necesiten, o puede que prefiera dedicar parte de mi tiempo a ese familiar que vive solo para que se sienta cuidado.
Oración
Si queremos prepararnos de verdad para un momento importante necesitamos parar y dedicar tiempo a la introspección y a nuestros seres queridos; hacernos conscientes del camino recorrido.
Y justamente eso es la oración: un momento de silencio habitado en el que compartimos con el Padre nuestra vida, en el que agradecemos lo vivido, aprendemos de lo que no ha funcionado y pedimos que nos ayude a conseguir nuestros objetivos.