El ‘procés’ deja tocada a la Iglesia catalana


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No se trata solo de la luz que llenaba el imponente templo. Me da la impresión de que hubo elementos novedosos en la reciente beatificación de 109 mártires claretianos en la Sagrada Familia.

No tenía que ver tampoco con la liturgia ni con quien la presidió, un cardenal Angelo Amato que ha ido perdiendo el ardor guerrero que antes se le insuflaba para estos actos. Tampoco percibí el tono exculpatorio por homenajear a quien fue asesinado de forma brutal, barbarie inconcebible en quienes solo hemos conocido la paz y disfrutado de un bienestar que puede tener fecha de caducidad.

Creo que la novedad está en que las apelaciones a la reconciliación, al diálogo y al respeto mutuo, eran algo más que etéreas consideraciones bienintencionadas. El ejemplo de perdón de los beatos se propone para ser utilizado ahora, ya, inmediatamente, no para tenerlo en la recámara de los buenos deseos. Es una apelación urgente, con destinatarios claros ante la grave crisis institucional que se vive en Cataluña.

Y me pareció percibir otra novedad: los destinatarios no eran solo los políticos que nos han metido en este desasosegante embrollo. Las apelaciones a no mirar al pasado ni dejarse tentar por ideologías políticas eran para el consumo interno de los propios miembros de la Iglesia, sobre todo en Cataluña, donde se ha evidenciado una profunda división a cuenta del procés soberanista.

Una división que –como la de las familias– no se soluciona por vía impositiva. No hay en el Código de Derecho Canónico ninguna vía 155 que pegue lo que se está resquebrajando. También aquí llevará tiempo. El antivirus que ofreció Amato para no tener miedo está también muy indicado para aplicarlo dentro de la propia Iglesia: amor para ser hombres y mujeres de primavera.

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