Miró con descaro sus ojos oscuros sin bajarle la mirada, hacía tiempo que había perdido el miedo inicial que le infundía aquella manera de fruncir el ceño que precedía a sus grandes pensamientos. Lo que le escuchó aquel día le sorprendió, no iba a negarlo ahora después de constatar el éxito de su estrategia. Les iba a exponer un plan para aumentar la productividad de sus comerciales que iba a lograr que las ventas se incrementasen en un 20% en los siguientes meses.
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Acto seguido pasaron ellos, eran los representantes del principal banco con el que trabajaba la empresa. Se sentaron y su sorpresa aumentó ¿Qué hacían allí y que tenían que ver ellos con el aumento de productividad? Presentaron un programa que traían para los trabajadores de la empresa y en especial para sus comerciales. Se trataba de préstamos con unas condiciones mejores a las del mercado y que se ponían a disposición de toda la plantilla.
“Ahora tenemos que estimular a nuestros trabajadores para que aprovechen esta oportunidad y pidan prestado dinero a nuestro banco para viajar, o para cambiar de coche, o para pagar los estudios de sus hijos o para lo que quieran. Quiero un plan para que a finales de este mes, la mayoría de nuestros empleados hayan pedido un préstamo al banco, en especial los comerciales”.
Él preguntó, podía entender que hubiese un retorno por los préstamos pero no que esto se hiciese para incrementar la productividad. Recibió la explicación rápidamente: si los trabajadores estaban bastante endeudados, dependían más de sus salarios y de recibir unas comisiones superiores. Esto les iba a permitir apretarles más y conseguir mejores rendimientos porque, además de la necesidad de devolver el préstamo, sus condiciones dependían de que siguiesen trabajando en la empresa. Si salían, volvían a ser las del mercado.
