Propósito


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Hacer propósitos para el año oscila entre dar pasos firmes hacia una felicidad más plena y crear una larga lista de cosas que no tenemos la más mínima intención de cumplir. Y además está la oleada de libros, Ted talks, memes, sermones, frases de cajón y reflexiones -incluida esta- que sobresaturan el internet. ¿Tiene sentido una voz más, además de la tuya propia? Pienso que sí por dos razones.

En la marea comunicativa, hay mensajes orientados a nuestro bien, otros enfocados a vendernos más y otros más a trivializar nuestra vida interior. Segundo, la mitad de lo que leemos y escuchamos está bien y genuinamente ayuda a crecer, mientras la otra mitad no. Solo que a veces no sabemos cuál mitad es la buena y cuál es simplemente una frase llamativa. Así te comparto esta pequeña secuencia que funciona en mí y que confío te ayudará a ti a decidir lo mejor, discerniendo entre el interés comercial de otros de tu beneficio personal, entre estándares sociales y tu auto apropiación, entre paja hermosamente planteada y elementos de verdad que te son especialmente útiles ahora. Después de todo son tus propósitos y tu felicidad. Puedo resumirla como un instante de íntima claridad y muchos momentos de diligente acción. Espero te sea de utilidad.

Claridad

1. Un remanso en calma. Antes de comenzar a reflexionar sobre acciones para mejorar la vida, es útil asegurar un espacio sin distractores y un momento de paz. Puede ser la recámara, el circuito de un parque, la iglesia, o cualquier otro lugar de solitud. Donde pueda por un par de horas dejar de picotearle al celular, para entonces observar el estado de vida interior y también visualizar el espacio donde se quiere estar. Si estoy rodeado de gente, puedo para ello y pedirles un poco de privacidad y decir por ejemplo “regreso en 3 horas, no voy a contestar el celular”. Una vez que estés allí, comienza por dejar las preocupaciones diarias y preguntarte seriamente “¿Qué quiero para mí?”.

2. Felicidad, del bienestar al bienser.  La idea de un propósito es que me ayude a avanzar hacia mi felicidad.  Hay veces que tengo necesidades apremiantes, así que también se valen los propósitos de solvencia financiera, tranquilidad jurídica y similares. Además, sabemos que la felicidad no se conforma con el bienestar y anhela siempre el bienser. Es decir, con frecuencia perseguimos cosas materiales para estar bien, y aun así quedamos vacíos después de haberlos conseguido, tal como Macario después de comerse su pollo rostizado (Traven, 2003). Así que sabemos que un propósito más profundo va más allá de estar bien, y se adentra a explorar cómo ser mejores personas.

Pollo B

Esto podría sonar extraño, pero solo basta con ponerme atención y con ello hacerme consciente de lo que sucede en mí. Así como las emociones son volátiles en el momento, mi estado de ánimo a largo plazo es una gran brújula para el bienser. Es decir, es distinto estar enojado, alegre, triste o con miedo temporalmente por sucesos breves y diarios a vivir constantemente de malas, en la euforia, deprimido o atemorizado.

Tal vez encuentre cosas que no me gusten y reconocerlas está bien. Examinar mi consciente es el primer paso del cambio. Quizá concluya que el bien va más allá de un cálculo de placeres y dolores, pues tras esos gustitos que me doy se ocultan estados de malestar y malser que limitan mi felicidad. En eso cada quien conoce su propia realidad y las cosas que le afectan. Puede ser que esté hasta el copete de caer una y otra vez en mis destrampes, sospechas, rivalidades, discordias, egoísmos, borracheras y cosas semejantes, a los cuales me dejo llevar por su novedad o placer temporal. Quizá anhele templanza, benevolencia, bondad, amabilidad, amor, tolerancia o paz (Gal 6, 16-22). Entonces, en la reflexión de mi espacio en solitud, puedo ser preciso y decirme por ejemplo “Basta de destrampe, quiero templanza” y al ganar claridad específica, voy más allá de una genérica y aparente felicidad.

3. La vida interior es lo que importa. A través del ejercicio previo, se vuelve obvio que mi vida interior importa más que el estándar externo, por importante que le parezca a alguien más. Esto no quiere decir que me voy a cerrar a lo que otros digan, solo señala que dentro de todas las voces que escucharé, le daré prioridad al mensaje que viene de mi espacio interno. Y este ordenamiento también me ayudará a liberarme de intereses comerciales o agendas de otros que están enmascarados de propósitos y en el fondo no aportarán a mi felicidad. Si me doy el tiempo y espacio adecuados, ganaré claridad.

4. Lista breve, privada. La lista puede ser tan breve como un solo propósito, o dos. Doce uvas en año nuevo son demasiadas. Seis son todavía muchísimas. En mi experiencia, es mejor reflexionar, escoger una sola cosa, comprometerme y trabajar en ella, que establecer un pliego petitorio de cosas para medio echarle ganas a cada una de ellas por un rato. Me consta que diversos logros importantes en la vida empezaron como lista breve de año nuevo. A mí me funciona escribir un papelito y pegarlo junto a mi estación de trabajo. Hay gente que le funciona cortarse el cabello, escribir en un diario o hacer un collage y pegarlo en su cuarto. Es para ti, no para Facebook ni Instagram. Así que escoge un recordatorio útil para ti y mantenlo así para asegurar que tu interioridad es la que importa y no la atención de otros o el móvil para establecer tus propósitos.

Acción

5. Presupuesto base cero. Otro tema clave es que, si planteas bien tu propósito, no tiene porqué costarte un centavo. Por ejemplo, te invito a resistirte a la idea de que para mejorar la salud es imprescindible inscribirse a un gimnasio carísimo o comprar la bicicleta más sofisticada de la tienda. No hay nada de malo en ello y hay ocasiones que puede ser lo apropiado, pero también pudiera ser que esto sea ponerte una trampa a ti mismo, porque en ello condicionarías tu felicidad al “tener dinero para comprar cosas y entonces…”, en lugar de centrarte en tu bienser. Este ejemplo en lo deportivo puede extenderse a coches, viajes, amplitud del guardarropa y muchas cosas más.

6. Pasos pequeños genuinos. Tras la conversión y la lista breve, sigue la diligencia. El balance financiero se recupera frenando un tarjetazo a la vez. Un libro se escribe párrafo por párrafo. Un vicio se corrige en pequeñas decisiones diarias. Para los propósitos de vida, puede más la persistencia que la excelencia ocasional. Como dice el filósofo de Güémez, “el largo plazo está hecho de un montón de cortos plazos”, y para llegar al destino, hay que empezar desde donde uno está.

7. En comunidad es más fácil. Tu propósito no tiene por qué ser un acto de heroísmo solitario. Analiza la gente a tu alrededor y escoge alguien con quien hablar, con quien puedas sincerarte y celebrar pequeños logros y recargarte en momentos de dificultad. En el mundo habemos hermanos, amigos, confidentes y directores espirituales. Y en el mundo profesional cuenta con maestros, nutriólogos, entrenadores, coaches, terapeutas y más. De ambos modos puedes avanzar.

Mi deseo es que cumplas tu propósito de bienser para este año. Mucho éxito.

 

Referencia: Traven, B. (2003) Macario. Cd. de México: Selector