El ángelus
Este domingo, 6 de marzo, el papa Francisco ha vuelto a alzar su voz frente a los continuos ataques que está sufriendo el pueblo ucraniano. A punto de comenzar unos días de Ejercicios Espirituales, el pontífice ha vuelto a alzar la voz antes de iniciar su tiempo de silencio hasta el próximo viernes. Tras la oración del ángelus, Francisco dijo abiertamente: “En Ucrania corren ríos de sangre y de lágrimas. No se trata solo de una operación militar, sino de guerra, que siembra muerte, destrucción y miseria. El número de víctimas aumenta, al igual que las personas que huyen, especialmente las madres y los niños. En ese país atormentado crece dramáticamente a cada hora la necesidad de ayuda humanitaria”.
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En este sentido, el pontífice volvió a reclamar que “se aseguren realmente los corredores humanitarios y se garantice y facilite el acceso de la ayuda a las zonas asediadas”, algo que hasta el momento no se está cumpliendo. El Papa recordó que solo así se proporciona “un alivio vital a nuestros hermanos y hermanas oprimidos por las bombas y el miedo”.
Además de agradecer a quienes acogen a los refugiados y la labor de los periodistas, Francisco mostró claramente que “la Santa Sede está dispuesta a todo, a ponerse al servicio de esta paz. En estos días, dos cardenales han partido a Ucrania, para servir a la gente, para ayudar. El cardenal Krajewski, Limosnero, para llevar ayuda a los necesitados, y el cardenal Czerny, prefecto ‘ad interim’ del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral”. Para el Papa, “la presencia de los dos cardenales allí es la presencia no solo del Papa, sino de todo el pueblo cristiano que quiere acercarse y decir: ‘¡La guerra es una locura! ¡Deténganse, por favor! ¡Miren qué crueldad!’”.
La aclaración
En determinados círculos periodísticos de vaticanistas italianos se ha difundido la impresión de que el Papa es algo tibio en su defensa del pueblo ucraniano. Estos analistas tienen su termómetro en la condena explícita que haga el pontífice de Rusia y de Putin. Tanto es así que antes del ángelus retaban al Papa para que pronunciara el nombre del país o de su presidente. Eso no ocurrió.
Andrea Tornielli ha salido al paso, de forma sutil, trazando la narrativa desde la diplomacia vaticana. Para el director editorial de los medios vaticanos “al comienzo de su nuevo llamamiento por la paz, el papa Francisco desmintió las ‘fake news’ que quieren presentar lo que está sucediendo con subterfugios verbales para enmascarar la cruel realidad de los hechos”. Por eso Tornielli iniste en que “Francisco describió lo que está ante los ojos de todos –las viviendas civiles destruidas, los ancianos, las mujeres y los niños asesinados– diciendo que en Ucrania ‘corren ríos de sangre y de lágrimas’. No son palabras casuales, sino que repiten significativamente las pronunciadas hace dos días por el arzobispo de Kiev, Sviatoslav Shevchuk, que vive asediado en medio de su pueblo en la capital ucraniana”.
También el periodista alabó el llamamiento del pontífice para que se mantenga la ayuda humanitaria y para que “cesen los ataques armados”, ya que ha destacado que “está claro que se trata de una guerra de agresión, en la que están los que atacan y los que se defienden. Y donde hay un pueblo que está pagando terribles consecuencias: muerte, sufrimiento, familias divididas y millones de prófugos”. También resaltó el agradecimiento a los periodistas, cuando “apenas tres días después de la aprobación de la nueva ley en Rusia que permite condenar a penas de hasta quince años de cárcel a los ciudadanos rusos y extranjeros que difundan ‘información falsa sobre las fuerzas armadas’”.
En medio de estos esfuerzos diplomático, ¿qué aportaría dejar en evidencia el papel de Putin, de toda Rusia o de la propia Iglesia ortodoxa? Mientras, durante esta semana, seguro que la población ucraniana está sin duda en un lugar privilegiado entre las intenciones personales de oración del Papa.