Aunque el Gobierno no quiera verlo, la conocida como “ley del solo sí es sí” está permitiendo que muchos violadores y agresores sexuales estén reduciendo penas e incluso siendo excarcelados. No sé si esto llega a la categoría de alarma social, tan utilizada en otras ocasiones, pero quizá debería.
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En la Biblia hay algunos ejemplos notables de violación, y en todos ellos las consecuencias –muy ligadas a aquellos tiempos en que se compuso la Escritura– fueron terribles.
Del crimen de Guibeá a Tamar
Uno de ellos lo encontramos en el capítulo 19 del libro de los Jueces, donde se refiere un suceso conocido como “crimen de Guibeá”, probablemente el episodio más truculento de toda la Biblia. En él, la concubina de un levita es dejada por él a los deseos de todo un pueblo: “El hombre tomó entonces a su concubina y la sacó fuera; ellos la forzaron y abusaron de ella toda la noche, hasta el amanecer. Al rayar el alba, la dejaron” (Jue 19,25). El final de la historia es que todas las tribus deciden atacar a Benjamín –a la que pertenece Guibeá– por la maldad cometida.
Otra violación famosa es la una hija del rey David, Tamar, por parte de su medio hermano Amnón. La historia se puede leer en el capítulo 13 del segundo libro de Samuel. Obsesionado con ella hasta el punto de enfermar, Amnón engaña a Tamar atrayéndola a su cuarto y allí la fuerza. Pero, más tarde, Absalón, hermano de Tamar, se venga de su medio hermano y lo mata: “Absalón había ordenado a sus criados: ‘Mirad, cuando el corazón de Amnón esté contento por el vino y yo os diga: Herid a Amnón, matadlo. No tengáis miedo. Soy yo quien os lo ordeno. Ánimo y sed valientes’. Los criados de Absalón hicieron con Amnón según les ordenó” (2 Sam 13,28-29).
En esta relación de violaciones bíblicas también se podría incluir la del capítulo 13 del libro de Daniel, si bien, en realidad, aquí la violación no se llega a consumar. Es la del famoso episodio de Susana y los viejos verdes. En todo caso, el final es igual de dramático: los dos ancianos jueces que habían pretendido abusar de Susana acaban ejecutados: “Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les aplicaron la Ley de Moisés y los ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida inocente” (Dn 13,60-62).
Es evidente que hoy en día no cabría aplicar estas “soluciones” bíblicas a los delitos de violación, pero tampoco hay que tomárselo a broma, como hemos visto a algunas altos cargos del ministerio de Igualdad.