Los datos
Finalizada la jornada electoral, este 28 de abril ha dejado un panorama tan plural como cargado de determinadas incertidumbres, a un mes de la siguiente cita con las urnas para los ciudadanos españoles. Ahora bien, el primero de los datos significativos que nos han dejado los comicios es la participación de los electores.
El porcentaje de participación, casi con todo el escrutinio realizado ha sido de un 75,79, más de 9 puntos sobre la elecciones generales anteriores en 2016. La participación es un dato que tiene que verse como trasfondo de las elección de partidos.
Una elección que va haciendo mella, poco a poco, en el bipartidismo, que en esta ocasión supera los 11,6 millones de votos, 6 millones menos que en 2011 cuando Podemos, Ciudadanos o Vox no estaban en los titulares de periódico. Desde entonces no ha habido mayorías absolutas en unas generales.
Sin recomendaciones explícitas de la Conferencia Episcopal, a través de su clásica nota antes de las elecciones, lo cierto es que el panorama político va cambiando, aunque no tanto como pronosticaban algunos medios o partidos.
Los ganadores
Aterrizando en votos, el PSOE de Sánchez –el mismo que llegó al Congreso con el peor resultado de su historia– ha ganado las elecciones pasando de 85 a 123 diputados –y arrasando en el Senado–. El PP se ha hundido, dejándose por el camino 3 millones y medio de votos ha caído de 137 a 66 diputados. Con 200.000 votos menos, Ciudadanos ha crecido de 32 a 57, siendo ahora la tercera fuerza política más votada. Podemos y sus confluencias sumándose al PSOE no lograrían la mayoría absoluta ya que con 165 escaños necesitan sumar 11 más, abriéndose el melón del diálogo con los grupos políticos independentistas –ya que Sánchez aparentemente ha dado por concedido el deseo de la militancia que gritaba en Ferraz de no pactar con Rivera–.
A esto se suma la irrupción de Vox con 24 diputados, obtenidos gracias a 2,6 millones de votos, el aumento de ERC de 9 a 15 diputados o los movimientos no tan llamativos de otras fuerzas autonómicas. con candidatos huidos o en prisión preventiva incluidos.
Para Sánchez, los ciudadanos han enviado varios mensajes: “Ha habido un mensaje de lo que ‘no’ queremos: no queremos la involución, no queremos la reacción, no queremos el retroceso”, decía a los militantes reunidos frente a la sede del PSOE. También ha reivindicado que “se puede ganar a la reacción, al autoritarismo y a la involución”. Además, reivindicando las ideas de la campaña, anunció que “desde nuestras ideas de izquierdas, desde nuestra posición progresista vamos a tender la mano a todas las formaciones políticas dentro de la Constitución para lograr avanza en justicia social, en concordia y en limpieza política”, sin “cordones sanitarios” y con “la única condición” de “respetar la Constitución Española y avanzar en justicia social, convivencia y limpieza política”.
Otro de los vencedores es Vox y su líder, Santiago Abascal, ha asegurado que han “venido para quedarse”. Definiendo el ascenso del partido como un “milagro” ha asegurado que “la unidad de España ni se debate ni se vota ni se discute, sino que se defiende hasta las últimas consecuencias” y ha prometido defender la tradición amenazada citando desde la “Semana Santa” a los toros.
Para Albert Rivera, que se ve en la oposición, su partido “se erige como la esperanza y la ilusión del futuro de España”. Y por eso ha prometido vigilar a Sánchez e Iglesias “para que no machaquen a las familias y a las clases medias” y “para que no hagan ocurrencias” y a través de la defensa de las libertades constitucionales.
Los perdedores
Entre quienes se han lamentado por el mal resultado encontramos a Pablo Iglesias, aunque el ascenso del PSOE le sirve a Unidas Podemos para cumplir sus objetivos electorales “frenar a la derecha y construir un gobierno de coalición de izquierdas”. Algo en lo que trabajará con “paciencia y discreción” desde ya. “Todo está abierto y vamos a trabajar para un gobierno de coalición pero hay que hablar muchas cosas y pido que sean pacientes”, decía Iglesias en el teatro Goya de Madrid sin entrar en los temas que estarán sobre la mesa en esas negociaciones con Sánchez.
Aunque la cara más larga la ha sacado Pablo Casado. Sin usar el balcón instalado en la calle Génova, tuvo que explicar los peores resultados de la historia de su partido. En este panorama de fragmentación, también de la derecha, el líder del PP ha hablado de “unirse” mirando al futuro y pensando en los desafíos que le esperan al país. Una oportunidad ha dicho para “crecerse ante las dificultades” y saber demostrar que hay que estar “a las duras y las maduras”.
No ha habido en esta noche electoral mucho espacio para los conflictos morales, para profundizar en la visión y horizonte que necesita la sociedad española de nuestros días o para reivindicar, mucho más allá del estilo mitinero los valores, el sentido profundo de las libertades y las responsabilidades en una sociedad democrática. A los ciudadanos, y por lo tanto también a los católicos, en este lunes de resaca electoral se les han incrementado o aminorado los miedos y las esperanzas –ya sean más o menos irracionales– que ayer tenían al depositar su voto.