¿Sucede? ¿Es parte de nuestro aprendizaje? ¿Lo has experimentado alguna vez? Estoy seguro que todos, en algún momento lo hemos sentido y es muy importante hablar de ello porque si sabemos gestionarlo, tendremos un nuevo impulso en nuestra vida espiritual. Y es que se nos motiva a no sentir ese cansancio, en general la comunidad no quiere hablar de este tema, sienten que están fallando.
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Sin embargo, no hay que alarmarse, debemos transitar y caminar también por el desánimo, necesitamos cargar nuevamente las fuerzas y volver a creer para hacerlo con un impulso nuevo y hasta incontenible. Por eso es vital abordar el tema, se trata de un cansancio espiritual que surge, aparece de la nada y si no sabemos entenderlo, comenzarán a surgir preguntas donde la fe y todo lo aprendido pueden ser devastadores.
Es ahí donde las vocaciones, servicio y ministerios se debilitan al grado de desaparecer, cuando aparece el agotamiento espiritual se busca cualquier respuesta ante la falta de comprensión y por supuesto falta de acompañamiento. Primeramente, es muy doloroso reconocer ante nosotros mismos o ante alguien más que se está transitando por una crisis de fe, consecuencia del cansancio que está causando un desgaste.
Una pausa necesaria
Lo más valioso es reconocerlo, aceptarlo y no desmotivarnos, no le estamos fallando a nadie, no debemos enjuiciarnos. Posteriormente, tomar aire, literalmente, dejemos que ese tiempo nos permita reflexionar y comprender que a veces nos sentimos cansados por un exceso de actividad o por la carga de responsabilidades que a veces llevamos a cuestas; repito, no se trata de sentirnos mal, se trata de transitar por ese momento con amor, cuidado y respeto, nada mejor que tomar un respiro para comprender la situación y todo aquello que nos está sucediendo.
Busca a esa persona que te entienda, que no se alarme por lo que te acontece, puede ser un sacerdote o tu guía espiritual, habla, exprésate y comparte aquello que ha detenido tu motivación. Siempre hay una razón, hay que buscarla y enfrentarla. Sin pretender adelantar procesos, verás que el tiempo que tomaste fue aprovechado, porque lograste comprender lo que te estaba sucediendo en ese agotamiento espiritual.
Quiero dejar en claro que este cansancio es normal y que no debemos alterarnos o alarmarnos, más bien, debemos seguir y no alejarnos de los valores, que son los que nos permitirán mantenernos en pie. Tampoco se trata de entrar en una situación de incredulidad, porque nuestra fe también responde en los momentos de angustia, es un tiempo también para recobrar fuerzas, momento de darnos esa pausa necesaria.
En ocasiones tenemos miedo de hablar acerca de este tema y preferimos seguir adelante con ese cansancio. Y es entonces donde nos desmotivamos y dejamos que entre la apatía. Saber reconocer a tiempo que un descanso espiritual puede ser ese impulso que nos ayude a concretar y confirmar nuestra fe, entonces enfrentemos ese tiempo con cuidado y con respeto, que sea para bien nuestro.