JUEVES 14. Los hermanos de San Juan de Dios clausuran su primer Congreso Mundial de Bioética. Desbordados por el número de participantes, que no en la organización. Triunfo solo por el mero hecho de sacarlo adelante. Porque su mirada a la bioética ha salido del laboratorio para ponerse a los pies de una cama, al lado de un “sintecho” y junto a los refugiados. Por esa dignidad y defensa de la vida más allá de los clichés ideológicos. Porque la voz de esta familia hospitalaria parecía silenciada. Y no precisamente por falta de experiencia y presencia.
SÁBADO 16. Periferias. En la renovada TRECE. Conozco en persona a David Arratibel. Algo desgarbado. Pero solo físicamente. No en su percepción de la realidad ni en su juego de planos. La conversión de su familia algo le ha tocado. No se trata de alguien ajeno a la vida interior. Medita. En condiciones. Y se está leyendo El Reino, de Carrère. Le pido una receta para tener algún converso más. No lo busca, pero responde con un eslogan: “No intentes convencer”.
DOMINGO 17. Me dejo caer por la Mercedes Benz Fashion Week. Cibeles. Dos pases. Teresa Helbig y Custo Barcelona. No fallan. Carrusel final. Las modelos pasan. Una detrás de otra. Mirada al frente. Incluso altiva. Parecen tenerlo todo meridianamente claro. Ni un movimiento titubeante. Se desestabilizarían. Se saldrían de la norma. Solo son maniquíes. Caminan así poco más de diez minutos. Hay quien desfila así de por vida.
MARTES 19. De vez en cuando navego por las redes en busca de los damnificados por la fama. Quizá porque vivo atrapado de alguna manera en aquel célebre programa de las teles autonómicas: ‘Qué pasó con…’. Me topo con Teresa Forcades. La religiosa subió como la espuma en su lucha contra las multinacionales farmacéuticas. En la cresta de la ola, se sumó a la causa independentista, se exclaustró para dar el salto a la política y llegó el olvido. O casi. Porque este mes ha dado el salto a la versión italiana de Vanity Fair. Al referirse a la situación que vive Cataluña evoca a Hannah Arendt, la filósofa judía alemana que sufrió la persecución. “El totalitarismo, para oprimir a los individuos, debe aislarlos. Si estás arraigado a un grupo, nación o comunidad religiosa, no puedes hacerlo”, parafrasea Forcades. Cita y aparición estelar que desaira la postura ponderada adoptada tanto por los obispos como por los consagrados catalanes. Que son unos cuantos. Claro que a ellos no se les ve en Vanity Fair.