Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Qué se imagina la gente que es vivir como un cura?


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El documental

Amazon Prime ha estrenado para el Reino Unido el documental ‘Priest’ (Sacerdote) –no confundir con ‘El sicario de Dios’, película del mismo nombre en la plataforma para España– en el que sigue la vida del padre Paul Grogan, un párroco inglés que comparte una Cuaresma con el director del documental, el agnóstico Michael Whyte. Grogan –que se licenció como periodista en la Universidad de Cambridge y completó sus estudios teológicos en el Colegio Inglés de Roma– está al frente de la parroquia de María, Madre de Dios, en la ciudad de Bradford, en el norte de Inglaterra.



A lo largo del documental, el sacerdote preside la misa, entierra a los difuntos, acompaña a los enfermos, da charlas… “Creo que la gente tiene una visión bastante simplista del trabajo de un sacerdote; tienden a verlo como una vida bastante fácil, tienen un techo sobre sus cabezas, tienen un trabajo para toda la vida, tienen a Dios de su lado… Yo quería mostrar que era mucho más que eso, y también mostrar que los sacerdotes son seres humanos, tienen sentimientos, no están alejados de las ansiedades y tensiones del día a día”, señalaba Michael Whyte en una entrevista a Radio Vaticano.

Antes de este documental, el director ya se metió en un convento carmelita en Londres y siguió a las reliquias de santa Teresa de Lisieux en su visita a Inglaterra. “Me pareció una de las experiencias más hermosas que he tenido en el transcurso de la realización de películas”, señalaba en la entrevista en la que confiesa que le impactó el encuentro con la feligresa Mary Cunningham a la que el sacerdote administró el viático. Lo relataba de esta manera “y me encontré pensando que no debería estar en esta habitación, que no tengo derecho a estar en esta habitación porque… es un momento muy íntimo. Al mismo tiempo, pensaba que esto es exactamente lo que necesito filmar para mostrar cómo es, para mostrar cómo es ser un sacerdote y en qué consiste la vida diaria de un sacerdote. Así que tienes ese tipo de sentimientos contradictorios, pero eso en cierto sentido ilumina ese tipo de privilegio que uno tiene cuando hace películas, o cuando hace documentales”.

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La película

Hace unas semanas en la revista ‘Vida Nueva’ (número 3.197), José Luis Celada recomendaba la película polaca ‘Boże Ciało’ (‘Corpus Christi’, 2019). Dirigida por Jan Komasa representó a Polonia en los Oscar de 2020 como Mejor película extranjera –aunque perdió ante la coreana ‘Parásitos’–. La vida del sacerdote que retrata esta película es muy diversa, ya que un joven llamado a Daniel –interpretado Bartosz Bielenia que hace que el espectador sintonice inmediatamente con él–, concluida su estancia en un centro penitenciario, se hará pasar por cura ante las indisposiciones del párroco del pueblo al que llega. No es lago que le sea extraño pues en el centro ayudaba en misa e incluso hacía de solista cantando el salmo en la misa; pero el capellán le había advertido que con sus antecedentes nunca sería admitido en un seminario.

Las heridas interiores del joven Daniel –y su pasado– se encuentran con un pueblo que también tiene muchas cicatrices abiertas. Rencores, prejuicios, iras, recelos, chantajes –físicos y emocionales– rodean a este sacerdote (impostor) que vive en su propia carne lo que implica ser realmente un pastor en medio del pueblo. Una misión que es más que rezar el rosario o ayudar a misa, como hacía en el reformatorio este joven.

Vista con los ojos de un sacerdote –más allá de que en las misas de cuaresma y pascua use el protagonistas casulla verde (para reservar la blanca para un momento dramático)–, se coloca en el centro del ministerio sacerdotal la dialéctica del amor y el perdón. Además presentada esta realidad en su complejidad –antropológica y teológica, diría yo–. La culpa se presenta como una realidad constitutiva de la vida, lo que pasa es que esta va acompañada de un redescubrimiento continuo de la misericordia, aunque sea en la mente y en la vida de un delincuente que ha pasado por prisión y ha hecho cosas nada buenas.

A alguien que vive el presbiterado desde dentro, le estimula ver visiones tan elaboradas como esta. No puedo dejar de pensar en mis propias fragilidades o en lo sencillo de mi situación. También esto, aunque sea ficción, es vivir, hoy en día, como un cura.