Raquel Lara, secretaria de la JOC
Secretaria de la JOC

Querido papa Francisco, hermano y compañero: ¡Gracias!


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Desde hace algunos años estamos siguiendo tus discursos, tus palabras, tu manera de hacer y de decir las cosas… Queremos agradecerte lo que tu persona y tu tarea pastoral está significando para la Iglesia que presides y concretamente para la JOC, en este momento social y eclesial tan interesante que nos ha tocado vivir. Tu persona y tu actividad no dejan indiferente a nadie y mucho menos a las personas jóvenes que nos sentimos identificadas con el proyecto de Jesús y, por tanto, con la propuesta que tú continuamente nos haces para acoger y vivir “la alegría del Evangelio”.

Gracias por el “aire fresco”, “el sabor a vino nuevo” y “el olor a Evangelio” que tu tarea ha hecho presente en la Iglesia y en el mundo. También queremos expresarte nuestro cariño, nuestro apoyo y nuestra oración sincera, pidiéndole al “Padre/Madre Dios”, que todo lo que vives y que con tanta fe y amor nos propones, lo haga fructificar para bien de todas las personas.

Qué duda cabe que tu esencia está en la experiencia de Dios que brota en tus palabras y tus gestos. Tu “garra” y tu “fuerza” están en la fe y en la relación que mantienes con Jesús, ese “obrero de Nazaret”, del que también nosotros estamos enamorados y en el que se ha hecho presente la plenitud de todo “un Dios que es ternura y misericordia sin medida”.

“Te agradecemos que hables nuestro lenguaje”

En la JOC, regalo de Dios para el mundo obrero y para la Iglesia, muchos jóvenes, durante generaciones, hemos conocido y experimentado que en Jesús de Nazaret el “Padre/Madre Dios” se ha comprometido y se ha empeñado en una vida plena de sentido y colmada de felicidad para todos y todas y, a nosotros de manera especial, nos toca ser testigos de esta verdad entre los jóvenes del mundo obrero. Por eso, damos testimonio de que este Jesús nos ha cambiado la vida, llenándola de sentido, de alegría y de razones para luchar y esperar.

Te agradecemos que hables nuestro lenguaje para expresar la experiencia de fe y el compromiso cristiano. Gracias por expresarte de manera que todas y todos podamos entenderte, que nos cuestiones, nos desinstales, nos provoques, nos retes… y que así podamos responderte en libertad, esa libertad de la que haces gala con tu manera de ser sencilla y respetuosa, con esa manera tuya de tratar a todas las personas, de acogerlas valorando e integrando a la diferente y, de manera especial hacer visible a las personas descartadas.

Reconocemos y admiramos la valentía que tienes al referirte en todos los foros en los que te mueves (religiosos o laicos) a la injusticia, al sufrimiento de la gente, a la situación que padecen las personas más empobrecidas; esa valentía para desenmascarar a los fariseos de hoy, a esos que con sus propuestas y decisiones hipotecan el futuro de las generaciones más jóvenes.

“Gracias por hacernos soñar con una Iglesia en la que cabemos todos”

Quiero darte las gracias por denunciar a aquellos que en nuestra sociedad viven sin escrúpulos, obviando la vida de tantos hijos/as de Dios a los que se les niega lo indispensable para vivir con dignidad. Gracias por esa capacidad de dirigirte a todas las personas con respeto, a la vez que siendo claro y exigente. Gracias por no tolerar la hipocresía, aún menos dentro de la comunidad eclesial y denunciar públicamente los pecados de los que formamos parte de ella.

Gracias por esa incansable voluntad de convocarnos a todas las personas al amor, a la búsqueda de la verdad, a la belleza, a la conversión pastoral, al seguimiento de Jesús, a caminar juntas, a tender puentes, a sumar y a servir con alegría.

Gracias por animarnos a ser personas atrevidas en la Iglesia y en la sociedad, y a caminar confiadas en la acción del Espíritu que actúa en el corazón de todos los que aman y trabajan por la justicia, sin ponerle frenos, dejándole que abra puertas y nos conduzca por caminos inéditos.

Gracias por hacernos soñar con una Iglesia donde quepamos todas y todos, donde ninguna persona se sienta descartada, y alentarnos a trabajar para construir una comunidad cristiana que sea “más madre que madrastra”.

“Nos has hecho darnos cuenta de nuestra responsabilidad con la madre tierra”

Queremos agradecerte tu sensibilidad, respeto y admiración por la creación y por la llamada urgente que nos haces a proteger y cuidar el medio ambiente. Agradecer el cariño y respeto que manifiestas a la madre tierra; el habernos hecho caer en la cuenta de nuestra responsabilidad y la obligación que tenemos de mirar el mundo y la vida en su conjunto, con sumo cariño y respeto, como un organismo vivo, maravillosamente frágil, que se relaciona y se sostiene en un equilibrio admirable en una misteriosa armonía que todos debemos preservar. Gracias por ayudarnos a descubrir la necesidad urgente del “decrecimiento” para preservar la vida.

Todas estas cosas no pasan desapercibidas para nadie, sobre todo a las personas jóvenes nos llegan muy adentro, pues hacen creíble el Evangelio, creíble la posibilidad de cambiar las instituciones y de cambiar también nosotros mismos. Tus palabras han hecho que nos resulte un poco más fácil mostrarnos miembros de esta familia, la Iglesia de Jesucristo.

Gracias por ser hermano, amigo y compañero, reflejo vivo del maestro que se hizo el último y servidor de todas las personas; ahí queremos que nos encuentren también a nosotros, las y los jóvenes de la JOC. Estamos seguros de que Dios nos bendice en tu persona; y en ti nos convoca a la esperanza y al compromiso por el Reino de Dios y su justicia.

Para el futuro, te pedimos que sigas confiando en los/as jóvenes, especialmente con el próximo Sínodo de obispos que has convocado. Nosotros/as nos comprometemos a seguir anunciando la Buena Noticia de Dios a tantas personas jóvenes que están sedientas de sentir dignidad en sus vidas.

Un abrazo en Cristo obrero.