Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Quien ama el dinero se extravía en él


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Sigo repasando, tal y como hice la semana pasada, algunas de las enseñanzas de la sabiduría bíblica relacionadas con la economía. El libro del eclesiástico nos recuerda que las riquezas son fuente de pecado: “Quien ama el oro no escapará sin pecado, quien ama el lucro en él se extraviará.” (Eclo 31,5) Es muy complicado que alguien que pretenda aumentar sus riquezas quede libre de pecado, este ansia lleva, más pronto o más tarde a pecar contra los hombres y contra  Dios.



Los sapienciales avisan, parecen estar advirtiendo aquello que afirma Jesucristo en Mt 6,24 “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien despreciará a uno y se apegará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.” La servidumbre que genera ir detrás de las riquezas ya aparece incompatible con la amistad con Dios. Los sabios ya tienen la experiencia vital de que aquellos que persiguen enriquecerse, más pronto o más tarde acaban rompiendo su alianza con su Dios y menospreciando el amor que pueden sentir por su prójimo para poner por delante aquello que les permita obtener mayores ganancias.

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Esta manera de entender la realidad y la vida, genera comportamientos poco éticos. No hace falta recordar cómo hemos visto en el este mismo siglo personas que han acabado con sus huesos en la cárcel debido, precisamente, a este afán de riquezas. La advertencia que nos hacen los sabios no es, por tanto, baladí, sino que muy apropiada y de actualidad.

Otro de los problemas que trae la persecución de mayores riquezas es que estas son fuente de desvelos innecesarios y el afán por conseguirlas acaba con la salud de aquellos que lo intentan diariamente: “Los insomnios que acarrea la riqueza consumen el cuerpo, y la preocupación por ella ahuyenta el sueño.” (Eclo 31,1) Qohelet describe la situación de aquellos que se afanan vanamente por incrementar sus ganancias como una vida en la oscuridad, llena de aflicción, depresiones y enfados (Qo 5,16).

Afán por tener más

Qohelet insiste mucho en la crítica de está actitud y no ahorra calificativos negativos a pesar de que normalmente es parco en ellos. Es, pues, una perspectiva sombría la que le espera al hombre preocupado por sus ganancias. Su vida se transforma totalmente y los desvelos a los que tiene que hacer frente superan la aparente felicidad que puede traerle el dinero que logra a través de su actividad.

La insatisfacción permanentemente instaurada en muchas de las personas que conocemos tiene mucho que ver con este continuado afán por tener más. Nos encontramos con personas y sociedades permanentemente insatisfechas que nunca se conforman con lo que tienen. No nos sentimos satisfechos con unos ingresos suficientes para vivir de una manera digna, a pesar de tener todo lo que necesitamos. Seguimos obsesionados por aspirar a más, por continuar acumulando. Esto conlleva un debilitamiento de nuestra salud provocado por la tensión en la que nos vemos obligados a vivir constantemente.