Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Redescubriendo la fe en los jóvenes de hoy


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Yo creo que nuestros hijos jamás van a tener la fe que nosotros tuvimos. Es una afirmación fuerte, pero considero que es una oportunidad más que una tragedia. La lejanía de los jóvenes de los sacramentos, los ritos y la Iglesia, aunque dolorosa para muchos, abre un espacio para que todos maduremos en nuestra fe y purifiquemos nuestras formas de convivir y vincularnos, que a veces han sido tóxicas.



En generaciones anteriores, la fe a menudo se vivía como un conjunto de normas impuestas por temor, con un énfasis desproporcionado en el sexto mandamiento y una práctica muy alejada del testimonio de Jesús y las enseñanzas de María. Esta manera de vivir la fe, basada más en un ‘checklist’ que en una conversión profunda y radical, no debe ser el legado que dejemos a nuestros hijos y nietos.

Oportunidad para una fe viva y coherente

Deseo que nuestros hijos encarnen el verdadero sueño de Dios: una vivencia de la fe natural y sobrenatural, coherente con el Evangelio en todos los aspectos de la vida y capaz de transformar la sociedad. No podemos repetir el modelo de fe que recibimos porque ya no es efectivo ni significativo para los jóvenes de hoy. Ellos necesitan ejemplos de fe que sean atractivos, coherentes y relevantes para sus vidas.

Vivimos en una época de crisis y cambios rápidos que han puesto en jaque nuestros pilares y certezas. Nuestra propia fe ha sido cuestionada debido a los problemas dentro de la Iglesia y a la velocidad de los cambios sociales. No quiero que mis hijos aprendan una fe que espante, que vean a Dios como un juez severo o que vivan esclavos de un ‘checklist’ y aplastados por la culpa. Quiero que conozcan a un Dios que los ama incondicionalmente y que sientan ese amor de una manera auténtica y transformadora.

Catequesis de la JMJ de Cracovia 2016

Una fe que encante

Algunos caminos son más fecundos que otros, y es por eso por lo que anhelo compartir algunos de los que escribí en mi libro “Una fe que encanta y, aunque duela, no espanta”, que en España publicó el Grupo de Comunicación Loyola.

  • Establecer vínculos nutritivos: es fundamental construir relaciones de respeto y autoridad basada en el ejemplo, no en el autoritarismo. Es clave escuchar activamente a los hijos, sin prejuicios, y estar abiertos a los nuevos valores que nos presentan. Esta escucha nos permite construir puentes y referencias útiles para su discernimiento futuro.
  • Cambiar nuestro lenguaje: adaptar nuestro lenguaje a una cultura mayoritariamente laica y buscar códigos comunes basados en experiencias compartidas es esencial para conectar con los jóvenes.
  • Ofrecer la fe, no imponerla: Jesús ofrecía su Evangelio con simplicidad y amorosidad. Debemos seguir su ejemplo y evitar imponer la fe, sino vivirla y explicarla de manera atractiva.
  • La importancia de la oración: nunca debemos renunciar a la oración por nuestros hijos, creyendo en que Dios se manifestará en ellos. La paciencia y la perseverancia son cruciales en este proceso.
  • Voluntariado y acción social: fomentar el voluntariado y el encuentro con los demás desde una perspectiva horizontal y no paternalista es una forma efectiva de cultivar la fe. Estas experiencias permiten a los jóvenes vivir el Evangelio de manera concreta y significativa.

En la complejidad del mundo actual, con la inteligencia artificial y otros avances, lo más importante que quiero dejar a mis hijos es el llamado a una Re-evolución Amorista. Cada uno de nuestros gestos debe generar más vida, libertad, alegría y unidad. Cambiar para mejor es nuestra misión, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien transformó la humanidad. Así, también, hay que reconsiderar nuestra omnipotencia en la educación de la fe de nuestros hijos. Somos una voz entre muchas, pero es crucial ser una voz legítima, coherente, firme y tierna. Lo importante es nunca dejar de ser una voz legítima, coherente, firme y tierna que acompañe su andar y hacer como si todo dependiera de nosotros, pero saber que finalmente todo depende de Dios.