Otra de las cuestiones que provoca el actual sistema de producción concentrado en grandes polos en países alejados de sus lugares de uso y la división de la producción en diferentes puntos de nuestro planeta, es la necesidad de transportar grandes cantidades de productos, de suministros y de piezas de un lugar a otro de nuestra tierra. Los grandes buques y los aviones de carga son los que concentran gran parte de este transporte intercontinental.
- Únete cada domingo de 18:00 a 19:00 a las conversaciones online de economía para la esperanza
- Consulta la revista gratis durante la cuarentena: haz click aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Para que este transporte funcione, debemos hacer grandes inversiones públicas en aeropuertos y puertos que permitan que estas compañías tengan el soporte logístico necesario para transportar todos estos bienes sin unos costes excesivos. Los gobiernos de distintos países, así como los contribuyentes que pagamos los impuestos para soportarlos, subvencionamos y facilitamos esta manera de producción realizando inversiones que reducen los costes de transporte y facilitan que estos sean lo suficientemente bajos para que esta manera de producir sea rentable.
Toda esta estructura basada en el transporte internacional a niveles globales oculta los costes ecológicos que tiene el transporte a gran escala. También oculta las inversiones públicas que realizamos en muchos países y que subvencionan directamente a las grandes empresas que controlan estos flujos de comercio internacionales.
Una producción en polos más cercanos al lugar de consumo, en una escala más reducida, reduce los costos medioambientales del transporte intercontinental y el de carretera que se hace después para llegar el lugar final de consumo. Esto supone también situar a los proveedores cerca de los núcleos de producción para que los suministros tampoco tengan que viajar de un lugar a otro del planeta.
Esto no solo produce un ahorro medioambiental, sino también público ya que las infraestructuras para poder articular esta manera de producir son mucho menores que las necesarias para el transporte internacional y, por tanto, más baratas.
Esta producción cercana nos permite también una flexibilidad en la producción que no tenemos cuando lo hacemos en grandes cantidades para muchos destinos al mismo tiempo. Es más fácil aumentar la producción en el momento que tenemos una emergencia, ajustarla a las necesidades de los que utilizan los bienes, reducir el coste de la homologación y de la comprobación de la idoneidad de los productos. La cercanía permite que los costes de información en estos casos se reduzcan mucho y se facilite la adaptación a cada momento y a todos los clientes.