Las lecturas bíblicas para este domingo nos invitan a profundizar en nuestra relación con Dios a través del cuidado de la Creación. Desde la alabanza al Creador por las maravillas del mundo, hasta el reconocimiento de nuestros dones como instrumentos para proteger y restaurar la casa común.
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Además, nos recuerda que cada acto de cuidado por la Tierra refleja nuestra fe y nuestra vocación de ser custodios del don sagrado de la vida. Buscando animar a las comunidades cristianas a vivir con alegría y creatividad la misión de preservar y sanar el mundo que Dios nos ha confiado.
Restaurar la armonía con la Creación (Is 62, 1-5)
Desde una interpretación ecológica se resalta el cuidado de la Creación como una respuesta amorosa al don divino de la tierra. La justicia que irrumpe como luz radiante y la salvación como antorcha encendida evocan la necesidad de restaurar la armonía entre los seres humanos y la naturaleza, iluminando caminos de conversión ecológica.
La tierra, descrita como “espléndida corona” y “diadema real”, refleja su dignidad, llamándonos a contemplarla, no como un recurso a explotar, sino como un don que revela la gloria de Dios. Además, el cambio de nombres de “Abandonada” y “Devastada” a “Mi deleite” y “Desposada” simboliza una relación renovada de respeto y amor hacia la Creación, reconociéndola como lugar de alianza y comunión con Dios.
Proclamar las maravillas de la Creación (Sal 95, 1-3. 7-10a.c)
El Salmo nos anima a contemplar la naturaleza como un canto vivo que refleja la grandeza de Dios, invitándonos a cuidar la casa común como un acto de adoración. “Cante al Señor toda la tierra” nos recuerda que cada ser creado, desde el más pequeño hasta el más majestuoso, tiene un lugar en este canto universal de alabanza.
Proclamar “su victoria” y “sus maravillas entre los pueblos” nos impulsa a denunciar las injusticias ambientales y trabajar por un mundo donde la Creación sea respetada y restaurada. En este espíritu, participemos con nuestras vidas: “Anunciando las maravillas del Señor por todos los pueblos”, cuidando la Creación como un don sagrado que refleja el amor y la belleza del Creador.
Diversidad de dones para proteger la Casa Común (1 Cor 12, 4-11)
Reconocer la diversidad de dones que recibimos del Espíritu Santo no solo está destinada al servicio del bien común entre los seres humanos, sino también al cuidado y la preservación de la Creación, como parte integral del plan de Dios. Cada don, desde la sabiduría y la ciencia hasta la fe y la sanación, puede ser empleado para responder a los desafíos ecológicos de nuestro tiempo.
La sabiduría nos ayuda a discernir prácticas sostenibles; la ciencia, a comprender y proteger los ecosistemas; la fe, a mantener la esperanza en la restauración de nuestra casa común; y el don de sanar, a reparar las heridas infligidas a la naturaleza. Así, cuidando la Creación, participamos del propósito divino y damos testimonio del amor y la unidad del Espíritu.
Transformación y cuidado responsable de los recursos (Jn 2, 1-11)
El relato de las bodas de Caná nos ofrece una rica interpretación ecológica que inspira al cuidado de la Creación al revelarnos la generosidad y el poder transformador de Dios. Jesús, a través de su primer signo, no solo satisface una necesidad humana, sino que también transforma lo ordinario (agua) en algo extraordinario (vino), mostrándonos cómo todo lo creado puede ser elevado y dignificado cuando se pone al servicio del bien común.
La presencia de las tinajas de piedra, llenas hasta el borde con agua, nos recuerda la abundancia que la Creación nos ofrece y la responsabilidad de no desperdiciar los dones que Dios ha puesto en nuestras manos. Además, la disposición de María a los sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”, nos invita a obedecer las enseñanzas de Jesús, que implican vivir en armonía con la naturaleza, cuidar de ella y transformarla desde una perspectiva de servicio y amor.
Este signo nos anima a valorar los recursos de la Tierra como dones que debemos usar con responsabilidad y creatividad, promoviendo un uso sostenible y compartido que refleje la gloria de Dios y su plan de salvación para toda la Creación.
A modo de cierre
La Palabra de Dios nos recuerda que cuidar de la Creación es un acto de fe, amor y esperanza que refleja nuestra relación con el Creador y con los demás. Las lecturas nos inspiran a renovar nuestro compromiso de restaurar la armonía con la naturaleza, valorando los dones de la Tierra como expresiones de la generosidad divina.
Al reconocer la dignidad de la Creación, escuchar el llamado a proclamar sus maravillas, emplear nuestros dones para protegerla y transformarla con creatividad, somos testigos del amor de Dios por el mundo. Como nos exhorta el Papa Francisco en Laudato Si’: “Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para subsistir, pero también tiene el deber de protegerla y asegurar su continuidad para las generaciones futuras” (LS 67). Que este mensaje nos anime a actuar con valentía y esperanza, haciendo de nuestra vida un testimonio vibrante del cuidado de la casa común.
Por Marcial Riveros Tito. Teólogo y Contador Público
Foto: Pixabay