Luis Antonio Rodríguez Huertas
Militante del partido Por Un Mundo Más Justo y bachiller en Teología

Reflexionar sin parar


Compartir

A estas alturas, poco no se ha escrito ya de la ‘Carta a la Ciudadanía’ de nuestro presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, de hace dos semanas. Eso sí, las más de las veces, los enfoques están condicionados según “el pie del que se cojea”, o la opción partidista con la que se vive.



Por mi parte, sin entrar a valorar las razones que expresa el líder socialista sobre la “máquina del fango” (que llevaría mucho más de lo que este post se puede permitir), me queda en el aire una pregunta fundamental: ¿ha sido una argucia política para movilizar a la ciudadanía en su favor, o un sincero desahogo ante un sufrimiento familiar y una situación casi insostenible en su responsabilidad al frente del Gobierno? De ser lo primero, estaría dando la razón a los que hablan de él -peyorativamente- como un “animal político”; de ser lo segundo, me surge la duda de si el formato y los modos son los propios de una persona con su posición. 

Nuestros políticos no se “paran”

Consciente de que aquella pregunta se nos quedará sin respuesta, tiro del hilo de todo esto en una dirección muy diferente.

Si Sánchez ha necesitado “parar y reflexionar” y así poder “decidir qué camino tomar” (son expresiones sacadas de su carta), ¿hay que deducir que esa no es la práctica habitual del político/a de hoy en día? Es decir, ¿no se “paran a reflexionar” de forma habitual para tomar decisiones de gran calado como son las relativas al devenir de un estado, los derechos de la ciudadanía y el progreso de la sociedad? O, más aún, ¿solo pueden reflexionar “parando” su actividad habitual y “retirándose del mundanal ruido”?

Cierto es que, la intensidad de la vida de las personas y entidades públicas es tan alta, que puede antojarse difícil encontrar espacios sosegados para hacer discernimientos profundos, razonados e, incluso, “iluminados” por fuentes de inspiración externas. Pero… si es así, ¿estamos siendo conducidos tan solo por las “capacidades intuitivas” de quienes nos dirigen, a la hora de proponer soluciones rápidas a desafíos super complejos y adaptativos? ¿Sin “pararse a reflexionar”? ¿Llevados por automatismos ideológicos, miradas cortoplacistas o intereses particulares?

Debería ser cotidiano

Contemplar esa posibilidad, me asusta. Quizá solo sea una proyección de mis propias limitaciones y mi imperiosa necesidad de abrir espacios para evaluar, sopesar y decidir qué pasos dar en la vida. Pero, si quienes administran la sociedad no tienen incorporada en su rutina laboral procesos frecuentes y cotidianos de reflexión (personal y compartida), ¿en manos de quién estamos confiando el futuro de nuestra humanidad y la búsqueda del bien común?

MADRID, 27/09/2023.- El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez durante la segunda jornada del debate de su investidura en el Congreso este miércoles. EFE/Juan Carlos Hidalgo

Obviamente, esta opción por el discernimiento necesita de tiempos y ritmos que lo hagan posible. Y puede no resultar fácil. Pero tampoco imposible. Dar “un paso atrás” para observar con más perspectiva, buscar momentos de silencio para pasar por el corazón y la cabeza las circunstancias, abrir tiempos de diálogos sinceros con voces diversas y una óptica constructiva…tendrían que ser herramientas rutinarias. Entre otras cosas, porque cuando las decisiones nacen de esos procesos… siempre son mejores, de más calidad y más sostenibles.

Así que, por favor: sí, Pedro -y tantos/as otros/as-; paraos mucho a pensar y reflexionar. Pero, que hacerlo no “pare” vuestro compromiso con aquellos que os han elegido para tomar decisiones y gobernar.

A todos/as nos irá mejor así.