JOSÉ BELTRÁN | Director editorial de Vida Nueva
MIÉRCOLES 2. La foto de Aylan recorre las redacciones de medio planeta. A Vida Nueva llega con la edición cerrada. Surge el debate: ¿la habrías publicado? Sí. Sin dudar. Otras imágenes similares se quedan por el camino. Con que una llegue. Con que una haga reflexionar. Prefiero generar una reacción por provocar que anestesiar y edulcorar la realidad.
JUEVES 3. Resulta complicado cambiar dinámicas. Y, sobre todo, reaccionar a tiempo. Que la Conferencia Episcopal elabore, apruebe y publique un documento a raíz del drama de los refugiados no tiene precio, teniendo en cuenta la sequía de la última década. Ahora llueve. Y se mojan.
VIERNES 4. La enfermedad. La vejez. Al tocar la debilidad, uno se topa con el imperativo de vivir en red. La de la familia, que sostiene. La de los amigos, que alertan. La de Dios, que acompaña. El peligro de la soledad como cárcel. De no dejarse acompañar.
DOMINGO 6. Ni una sola mención. En toda la eucaristía. Por la mañana el Papa pide que cada parroquia acoja a una familia de refugiados. Y el sacerdote que tengo enfrente dedica la homilía a explica el significado de la palabra “desquite”. A eso, y recomendar al personal que no vea Sálvame: “Cuidado con esos programas de televisión que nos ensucian solo con verlos”. Como si después de seis años en antena, sus feligreses no supieran manejar el mando de la tele. Él, en su lucha catódico-moral, centrándose en la sobremesa y olvidándose de la tragedia del telediario. Obviando el ángelus del jefe, que también es noticia. “¡Effetá!”.
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En el nº 2.955 de Vida Nueva.