Tan cruel como el mismo asesinato, pues se mata su fama, su reputación, es la revictimización que sufren muchas personas agredidas, en ocasiones, incluso, por sus amistades, familiares y colegas.
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Es frecuente el caso de las mujeres atacadas por machos. “Quien les manda por vestirse de esa manera, tan provocativa”, “¿por qué andan solas en la calle a esas altas horas de la noche?”, “si van al antro, ya sabían a lo que se atenían, que no se quejen”, son los argumentos que, con más frecuencia de la esperada, castigan de nuevo los violentos a las damas objeto de sus impulsos asesinos.
La comunidad LGTB+ es otro sector permanentemente agredido con dos golpes: si uno de sus miembros es asaltado y herido, no faltará quien diga que se lo merece, además, por ‘rarito’, y demás epítetos denostativos de su dignidad humana. Los psicólogos analizan la saña con la que se les violenta. Es curioso que, mientras se discute si la homosexualidad es biológica o cultural, los homófobos la condenan de cualquier manera.
Féretros de jóvenes asesinados en Salamanca, Guanajuato. Foto: Emaús Semanario. Diócesis de Irapuato
El grupo compuesto por indígenas, campesinos, obreros, empleadas domésticas y, especialmente, migrantes, también son estigmatizados, sobre todo en sectores urbanos, aún sin cometer delito alguno. Son sospechosos permanentes de actos ilícitos, y sufren una primera y previa revictimización: ni siquiera han hecho algo malo, pero su condición histórica y familiar los hace parecer como peligrosos para la ‘gente de bien’.
Pues pareciera que ser joven perteneciente a la respectiva pastoral de su parroquia y diócesis, pero convivir en una cancha cercana a la comunidad de San José de Mendoza, en Salamanca, Guanajuato, México, ya te hace sospechoso de algo indebido. El pasado domingo 16, después de asistir a la misa juvenil de su parroquia, y reunidos -en un espacio frecuentado por las familias de la localidad- para programar las actividades en las que se verían involucrados la próxima Semana Santa, ocho jóvenes fueron asesinados.
La Conferencia del Episcopado Mexicano ha convocado a: encender ocho velas en las misas de este domingo, en memoria de los jóvenes asesinados y desaparecidos; llevar, el 29 de marzo, flores y fotos a la plaza principal en solidaridad; rezar el ViaCrucis por la paz en las comunidades, los viernes de Cuaresma y sumarse al Diálogo Nacional por la Paz, para construir soluciones concretas.
Muy bien. Al organizar estas actividades, una señora, cercana a nuestras actividades pastorales, me susurró: “¿y no andarían esos muchachos en algo malo?”. En fin.
Pro-vocación
‘¡Viva la poesía!’, es el título de la más reciente obra del papa Francisco, presentada en Roma este pasado viernes 21 por el cardenal Victor Manuel Fernández, ‘Tucho’, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; la poetisa Maria Grazia Calandrone y el editor del texto, padre Antonio Spadaro. Lo leo durante la semana y se lo platico el próximo domingo, Dios mediante.