SÁBADO
Congreso ‘La Iglesia en la educación’. Corrillo de mañana. Compartimos la preocupación por una de las intervenciones, que parecía dejar caer, o yo maliciosamente así lo interpreto, que la misión compartida de los colegios vinculados a congregaciones acaba descafeinando la identidad. Quien busca dar lecciones está a la caza de obras apostólicas, no solo para fabricar militantes desde las aulas, sino para hacer negocio.
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Corrillo de tarde. Retomo con dos buenas amigas la necesidad de dejar de hablar de futuribles y tomar decisiones. Si no nacen más niños, si no va a haber alumnos para todos, si hablamos de una planificación realista a medio plazo para que la presencia de la Iglesia en las aulas se mantenga… ¿Quién se atreve a cerrar su colegio o a renunciar a una línea para que se mantenga el de al lado en nombre de todos?
LUNES
Grupo de vida. De misión compartida. Hablamos de la sinodalidad. Y de cómo seguimos pensando que, en el fondo, todo es cosa nuestra: decidir y hacer, planear y ejecutar. Eva frena el cuento de la lechera: “A veces, las llamadas de Dios son aparentes sinsentidos a los que preferimos no hacer caso, porque nos viene mejor seguir confiando en nuestras fuerzas y, si acaso, dejamos que Dios nos eche una mano, pero no permitimos que nos descoloque”. Amén.
MIÉRCOLES
Coloquio virtual de un grupo de sacerdotes con tirón digital. Habituados a disparar a diestro y siniestro. Suelen cuestionar el magisterio y la autoridad papal. De tanto hacerlo, todos acostumbrados a sus proclamas. De poco sirvió que su arzobispo les diera un toque de atención genérico tras la publicación de ‘Fiducia supplicans’. Ahora han dado un paso más. “Rezo para que el Papa pueda ir al cielo cuanto antes”. Risas de los otros seis presbíteros que comparten pantalla. Solo pienso en Dani. Me lo advirtió una y otra vez en plena campaña de acoso y derribo: “La Iglesia se ha comportado con quienes hacen bullying digital como esa madre que te manda al colegio con dos bocadillos, para que uno se lo des a quien te lo roba y otro te lo puedas comer tú. Pero, al final, acaban quitándote los dos y amenazándote de muerte”.
