El aniversario
Con un acto en la Capilla Sixtina y una exposición temporal los Museos Vaticanos están celebrando los 50 años de su colección de Arte Contemporáneo, una de las propuestas que puede pasar más desapercibidas de cuanto se enseña en la masificada ruta hacia la Sixtina. Lo interesante es descubrir que esta colección es, por así decirlo, uno de los frutos del concilio Vaticano II que impulsó Pablo VI.
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Con motivo de este aniversario, del 23 de junio al 24 de septiembre, se ha ampliado lo expuesto gracias a ‘Contemporanea 50’, una muestra que lleva el arte contemporáneo más allá de los apartamentos Borgia donde se encuentra habitualmente esta sección. Piezas recién adquiridas por el Vaticano de Anatsui, Bravo, Fleischer, Gioli, Giuliani, Hadzi-Vasileva, Paladino, Ruffo, Strazza y Vukadinov se han colado a lo largo y ancho de los museos Gregoriano Etrusco, Egipcio, Profano y Pío Cristiano, el Pabellón de Carruajes, la Pinacoteca o el Museo Etnológico Anima Mundi.
“El arte contemporáneo debe ser un instrumento para pensar, razonar, estimular dudas, preguntas, nuevos conocimientos. El diálogo entre las obras contemporáneas y las de otras épocas y otras civilizaciones no puede sino estimular nuevos puntos de vista, nuevas reflexiones, nuevas atenciones por parte de nuestro público y de quienes se interesen por visitar la exposición”, señalaba Micol Forti, conservador del Departamento de Arte del Siglo XIX y Contemporáneo de los Museos Vaticanos, citando a Pablo VI.
El reto de lanzar esta colección por parte del papa Montini fue respondido por un buen número de artistas. Tanto es así que el 23 de junio de 1973 se inauguraba esta colección con algo más de 900 obras, procedentes en su mayoría de Alemania y Francia. Hoy son más de 9.000 las obras de arte de esta zona incluyendo una instalación o los bocetos a tamaño naturas de una capilla de Matisse. Como recuerdo a los iniciadores de esta colección se han expuesto también unas fotos en la Salette de la Torre Borgia
La colección
Más allá de esta exposición, el cansancio de quien llega a la colección –se dice que los Museos Vaticanos implican una caminata de 7 kilómetros–, tan próxima ya a la Capilla Sixtina, puede hacer que pase desapercibido alguno de los tesoros que se esconden en las salas asignadas. Destaquemos aquí solo alguna de esas obras:
‘Piedad’ de Vincent van Gogh. Este pequeño cuadro fue pintado por el artista unos pocos meses antes de su trágica muerte. Es el único cuadro así de Van Gogh que no se caracterizó por dedicarse a la pintura religiosa. La representación de la Dolorosa es muy evocadora.
‘La Virgen y el Niño’ de Henri Matisse. Seguramente una de las salas más sorprendentes es la dedicada al boceto a escala de la capilla del Rosario de Vence –en la Provenza francesa–, Francia, proyectada por Matisse, quien diseña incluso el mobiliario o la ropa litúrgica. El artista dedicó cuatro años de su trabajo a este aparentemente sencillo conjunto que casi encuentra su réplica en el Vaticano.
‘Cristo y el pintor’ de Marc Chagall. Un prototipo del diálogo del arte contemporáneo y la fe lo representa este cuadro de Chagall. El pintor que se había representado con su caballete frente a la torre Eiffel, en la madurez de su vida, vuelve a retratarse con sus pinceles en torno al Calvario.
‘El Anuncio’ de Salvador Dalí. Una de las piezas de Dalí que se expone en la colección es el cuadro ‘El Anuncio’, realizado en Figueras en 1960 inspirado en el Vaticano II. Una evocadora visión presenta la dimensión trascendente de este acontecimiento eclesial.